La protagonista de Sos mi hombre habla de su momento, sus crisis, su hijo, la exigencia y el amor; sana, contenta y hermosa, demuestra que puede luchar contra sus peores fantasmas
Todavía conserva algo de maquillaje y el peinado de novia: un recogido impecable, muy elegante. Celeste Cid vuelve de una jornada de grabación de Sos mi hombre, la nueva apuesta de Pol-ka, que duró casi 12 horas en Parque Leloir, donde le tocó casarse (en la ficción, claro). Está contenta, triunfante. Les dio pelea a sus propios demonios, va ganando varias batallas, y aprendió varias lecciones: "Que solamente se vuelve un problema eso a lo que vos le das mucha importancia –nos va a asegurar–, que mejor reírse de una misma", o que, a esta altura: "Ya sé que las cosas se resuelven".
-¿Cómo la venís llevando con el programa?
Bien, empezamos a grabar hace un mes y medio, más o menos, y la verdad es que lo estamos disfrutando mucho. ¿Vieron que siempre dicen: "Lo estamos disfrutando mucho"?, bueno, de verdad lo estamos disfrutando. Creo que nos sirvió que tuvimos como catorce libros antes de empezar, entonces contamos de entrada con un montón de información de los personajes, ya sabíamos qué les iba a ir pasando.
-Para actuar, ¿es mejor saber lo que va a pasar o ir sorprendiéndote a medida que avanza la historia?
-Está bueno sorprenderte, pero creo que, más que la información de lo que va a suceder, lo que nos sirvió del adelanto fue ver cómo iban a reaccionar en diferentes situaciones. Después, ya sabés de qué estás hablando.
-¿Qué te gusta de tu personaje?
-Que hace trabajo social y pelea para sostener una cierta justicia en un montón de situaciones, es un personaje que es muy lindo porque, dentro de la formalidad que tiene, baila. Me gusta.
-¿Tenías ganas de volver a hacer tiras todos los días o querías algo más tranqui?
-Me parecía que era un buen momento y me gustaba dónde: en Pol-ka. Pero siento que no voy a hacer muchas más, ésta es la última...
-Sos como Mirtha Legrand (risas).
-¿Yo siempre digo esto?
-Siempre, lo último que dijiste fue que ibas a dejar de actuar para dedicarte a algo más musical...
-¡Uh! Si lo sigo diciendo, avísenme. Igual, hace diez años que no hago novela, ¿eh?
-Aprender música, aunque sea para estar en mi casa a los 40 tocando una obra hermosa. Eso es algo que a mí me llena. Luego, si se muestra, se muestra, y si no, no. Es una satisfacción mía, tengo mi piano desde chica...
-¿De chica tocabas?
-No, pero lo tengo desde chica, me sentaba y hacía algo. Ahora estoy aprendiendo, queriendo investigar lo que es la música, cómo se lee, cómo se escribe, cómo interactúa una cosa con la otra, es re lindo, es muy sensorial, y acá o en Tokio se entiende lo mismo.
-¿Cómo son tus días?
-Grabo desde las siete de la mañana. Y estudio a la noche, después de dormir a André, estudio. Hace tres días, me invitó una amiga a comer a la casa y fue la primera vez que salí en meses.
-Venías de una rutina relajada y ahora grabás todo el día, ¿cómo llevás el cambio de ritmo?
-Bien, porque siempre arranqué temprano. Yo me levanto seis y media de la mañana siempre, para preparar la vianda de mi hijo y llevarlo al colegio. Así que eso no cambió, pero, bueno, claro que el cansancio se siente.
-¿Cuántos años tiene André?
-Siete, es un divino.
-¿Va a segundo grado?
-Sí, es tremendo, todo el boletín perfecto y como observaciones: "Se distrae en clase todo el tiempo". Yo ahora le limité todo, Play media hora por día, tele una hora. Mira dibujitos, fútbol, mucho fútbol.
Celeste tiene preparada una sorpresa para su hijo. Y se le adivina en el brillo de la mirada la ansiedad por hacer entrega. Cuando se reencuentra con André, intercambia unos mimos, algunas palabras y, como haciéndose la distraída, le extiende el celular para que mire la pantalla. Después de celebrar a los gritos, el nene le pide irse a dormir esta noche con el telefonito bajo la almohada. Y ella sonríe satisfecha. Funcionó. "Resulta que hoy fuimos a almorzar con el elenco a una parrillita –nos cuenta–. Y en una mesa estaba todo el plantel de Vélez. No les puedo explicar, André es el fan número uno de Vélez. De pronto, los empecé a reconocer, porque se imaginarán que a esta altura me los sé a todos. Me estaba muriendo de vergüenza, pero no podía dejar de hacerlo. Le pedí a Eugenia Tobal que me sacara la foto con los jugadores, sabía que le iba a encantar. Después, haciendo zoom, veo que hasta estaba Copete, el colombiano que Vélez compró. ¡Es el ídolo de mi hijo! No podía aguantar las ganas de mostrarle la foto."
-¿Tenés quien te ayude con André? ¿Delegás?
-Trato de no delegar. Porque, ¿para qué trabajar si delego las cosas de mi hijo? André tiene su vida, es un nene que tiene su lugar, su canchita de fútbol, tiene sus cosas. Lo mínimo que puedo hacer es acompañarlo, y trabajo par eso: para poder llevar a mi hijo al cine, para disfrutar. Él es divino, se ríe mucho de esto; me preocupaba un poco que le molestara que la gente me reconociera, pero se lo toma bien, no es un nene que vaya a ser conflictuado por la madre que tuvo.
Vestido de encaje con volados y botones forrados (Allô Martinez, $1539) - Créditos: Anahí Bangueses Tomsig/ Producción: Ferni Moreno
-Cuando estábamos pensando en esta nota, nos juntamos todo el equipo, somos todas mujeres (¡más uno!). Nos llamó la atención que en todos los comentarios que hacíamos y en las opiniones que intercambiamos, el denominador común era una cosa de mucho cariño. Y destacábamos que las mujeres te quieren mucho...
-Bueno, en la calle las mujeres son re afectuosas conmigo, y no sólo chicas de 20 años, también gente grande. Es lindo eso. Y entre actrices también me pasó que hay buena onda, y eso que las actrices somos un género complicado...
-¿Tenés amigas mujeres?
-Sí, mis mejores amigos son amigas. Tal vez actrices no tantas.
-¿Qué planes te divierten?
-Cine es un re plan...
-¿DVD?
-Sí, también, es más, me los sigo comprando, necesito tener la caja. Siempre fui así, no me gustaba ir a bailar, era más de quedarme en mi casa escribiendo o leyendo. A los 15 ya estaba trabajando, mi mundillo social lo tenía en el trabajo así que no necesitaba ir a buscarlo afuera. Siempre me gustó quedarme a leer, escribir, escuchar música o tocar, sola o con amigas, pero puertas adentro.
-¿Será por eso que en tantas notas te describían como "rara"?
-Sí, no sé, yo tampoco lo entiendo... Me cansa. ¿Y lo de la luz y la oscuridad?: otra cosa que aparece en tantas notas y me tiene harta (risas).
-Y que te salteaste etapas...
-¡Eso también! Hay mucho lugar común en el periodismo. El otro día, con Luciano estábamos haciendo la conferencia de prensa y la primera pregunta era: "¿Cuáles son sus expectativas?"..., y es una necesidad de cierto cliché, creo que de la época de Resistiré, en la que yo hacía un personaje denso, pero era una cosa más actoral que de mi vida; de hecho, a los dos años tuve a mi hijo, pero muchos se quedaron pegados a eso... Ya fue lo de la luz y la oscuridad.
Hacía tiempo que Celeste no daba notas. Apenas algunas frases robadas por noteros que la seguían al trote. Sonrisas fugaces ante cámaras que la pescaban cuando iba a hacer las compras o a la salida de las grabaciones. Mucha agua pasó bajo el puente antes de estar así, como ahora, con ganas de hacer cosas y dispuesta a empezar de nuevo. Pasó el tratamiento de rehabilitación por su adicción a las drogas, bajó los 15 kilos que había aumentado, retomó su rutina habitual, volvió a trabajar. "Se puede", "es un proceso largo", "hay que tener fuerza y pelearla mucho", son algunas de las cosas que se le escucharon decir en el último tiempo.
-Y ahora, ¿cómo estás?
La verdad es que estoy muy bien, trabajar me hace muy bien, cocinarle a mi hijo a la mañana, esas cosas me llenan un montón, cosas pequeñas, sentir que puedo dedicarme a otro, o también a mí, tener la posibilidad de estar trabajando. Yo venía de una etapa en la que estaba mucho con André, llevándolo a cumpleaños, o con 3 o 4 nenes quedándose a dormir en casa. Poder complementar eso con el trabajo me hace feliz... Y, chicas, me adelanto a la pregunta: no tengo novio, no quiero tener, no necesito en este momento. Está bien así, es un buen momento de madurez.
-Pero, a los 28 años, ¿da para decir que ya no necesitás novio?
-Es que yo me salteé etapas (risas). Yo tuve un poco de rareza en ese sentido: tuve un par de relaciones que pude haber evitado. Quizás antes tuviera esa mirada de "sos mi media naranja". Ahora ya no, prefiero que seamos dos naranjas, que no quiere decir dejar de compartir.
-¿O sea que tampoco es que cerraste la puerta?
-No, yo creo que eso va a venir solo, de por sí. No estoy cerrada, pero tampoco creo que éste sea un momento para salir a buscar.
-Pero entonces sí te gustaría hacer cucharita con alguien un sábado a la tarde...
-¡Sí que me gustaría, obvio! El deseo está, pero no tengo la desesperación. Estoy más asentada, la edad te va dando más experiencia, más solidez. Y ahora digo: "Ah, bueno, era una nena". Me pasó hace un año, de pronto tuve esa mirada y pude ver eso, entender que había pasado a otra etapa. Ahora me siento más adulta, pude madurar, sostener un montón de cosas que estaba sosteniendo, pero en este momento siento que las tengo en mi mano: tengo mi casa, mi hijo, mi trabajo. Cuando haya otro para compartir eso, para disfrutar, va a ser buenísimo.
-Es la típica frase que se dice, que para estar bien con otro hay que estar bien con uno mismo...
-Pero es que realmente es así. Si no, como que vas tapando agujeros, usás al otro: "Vení, que te necesito", "andate, que ya no te necesito tanto".
-¿Cómo estás con tu cuerpo?
-Bien, me siento bien. Tuve como ocho cuerpos en mi vida, pasé por tantos pesos, cambié mucho de peso, más de 10 kilos fácil, y el año pasado pesaba 14 kilos más.
-¿Eso coincidió con el tratamiento?
-Sí, el cuerpo va cambiando en medio de toda esa situación, y tuve que comprar ropa para ese momento, como un embarazo casi, les juro, no me entraba nada, me tuve que comprar ropa.
-¿Qué hiciste con esa ropa?
-Está en unas ferias, repartida, no la guardé: me hago tres bermudas con cada pantalón que usaba.
-Y ahora ves fotos de ese momento...
-No (interrumpe), no veo fotos de ese momento. ¿Para qué? Veo fotos de cuando era chica, de André, pero no sé si me gustan mucho las fotos, salvo las de algunos lugares por los que estuve, también hice un libro de fotos cuando era chica.
-Sos muy honesta para contar tus cosas públicamente, ¿te sale fácilmente?
-No, porque en realidad soy re vergonzosa, ¿eh? Súper tímida...
-Pero muchas veces te mandás y decís las cosas sin disfrazarlas, ¿no sos consciente de eso?
-No, no soy del todo consciente. Sí sé que me cuesta mucho falsificar algo que me pasa. Al actuar, si no me creo lo que estoy haciendo, no lo puedo contar, porque no me pasó por el cuerpo, ¿entienden? Pero sí, a veces digo cosas y mis amigos me retan: "Che, pará un poco".
-¿Porque contás demasiado?
-Porque yo me río mucho en mi vida, sobre todo en estos últimos años. Si te tomás algo demasiado en serio, se vuelve un problema, sea lo que sea: si mirás una pared un rato largo, se vuelve un problema, y en realidad no es más que una pared. Cuando te empezás a reír de eso, a sacarle pero sin burlarte, empezás a sentirte mejor.
-¿No te preocupa el qué dirán?
-En esta etapa de mi vida, no. Cuando era más chica, sí, me preocupaba, tal vez mi familia veía algo y me lo decía y le daba un peso... Aunque, ahora que lo pienso bien, nunca me preocupó mucho (risas). Igual, la peor mirada es la propia, que es re cruel, re crítica.
-¿Sos así al mirarte a vos misma?
-Insoportable... conmigo. Con los demás soy muy tolerante y me da ternura todo, está bueno ayudar, pero conmigo no. Igual, por eso me estoy riendo más en mi vida, de los errores, qué sé yo, de repente disfruto más de una cosa fallida en el exabrupto, que es espontaneidad, que de algo programado que ya sabés en qué va a derivar.
-¿Sos de ayudarte cuando te das cuenta de que necesitás algo o sos dura?
-He sido muy dura y también se pueden hacer cosas, es una decisión..., pero sí, he sido muy dura conmigo. Lo que pasa es que no me siento una persona omnipotente: siempre es necesaria una red alrededor para todo, familia, amigos, lo que hace una vida feliz. A mí me han ayudado mucho... Ay, no sé: a veces hablo y siento que soy una chica con problemas y por ahí esa etapa queda muy grabada y sería una cagada, porque yo no soy solamente eso.
-Lo que pasa es que quizá muchas personas la pasan mal y se recuperan de distintas cosas, pero son pocas las que lo cuentan, como vos.
-Yo creo que ahí está la cosa, creo que los mayores problemas surgen por no hablar, es básico, es comunicación. Cualquier irrupción que haya en cierta armonía se puede solucionar hablando. Y es simplemente eso, hablo de un montón de cosas como puedo hablar de que tengo dos gatos, no le pongo más peso, la vida también es eso y se sale, no es tan difícil.
-Lo decís tan claro que es fácil entenderlo...
-Sí, aprendí que las cosas tienen solución, depende mucho de tus ganas. Pero, lo que sea, en la vida se puede resolver. Yo siento que no le temo mucho a nada, la verdad... Viví muchas cosas y, no sé, mis miedos serían que alguien de mi familia estuviera mal, que sufriera, pero no les temo a cosas que no puedo hacer, no me pongo mal por eso: vi a mucha gente hacer muchas cosas, y hoy, de verdad, sé que se puede.