Es curioso. Por estos días, en países del norte europeo y Japón, dos libros de la lista de best sellers tienen la misma palabra en su título: fuck. Y no hablan de sexo. The Life Changing Magic of Not Giving a Fuck, de Sarah Knight, y Fuck It: The Ultimate Spiritual Way, de John C. Parkin, resaltan en las librerías como si el mundo necesitara reaprender a rebelarse y recordarnos que siempre es posible revisar prioridades y levantarles el dedito del medio a las que no dan para más.
Sí, la idea es que levantemos más el dedito a lo que nos ata. Paraguas que lo dice todo en el Festival Burning Man
Porque fuck it no es solo el tan ponderado (¡y tatuado!) “soltar” , sino desprenderse de hábitos y conductas de manera rápida, como quien lanza una brasa caliente. No de un modo agresivo, pero sí de una forma contundente. Es un corte abrupto sin temer las consecuencias (que las hay), sino asumiéndolas. No se trata de impulsos, sino de decisiones terminantes: lo que no importa no importa en serio, se acabó. Eso sí, lo que sí importa vale el doble. Esta lógica expande aquello que Marie Kondo propuso a través de La magia del orden para los objetos a experiencias, dinero y energía. Si bien estos libros no se concentran en darte métodos para “ordenar tu vida” como Kondo lo hace con tu ropero, lo que se proponen es guiarte hacia una revisión de tu vida para evaluar en qué estás invirtiendo tus recursos y si eso vale la pena. ¿Suena a sentido común? Tal vez. Pero si alguien tuvo que escribirlo, y millones de personas en el mundo decidieron leerlo, es porque algo de eso se nos está complicando.
En contra de las estructuras
Si estos libros la rompen en países ultradisciplinados y organizados, es justamente por la pérdida de espontaneidad y autodeliberación que sufren quienes están inmersos en esas culturas. Muchos de los habitantes de lugares megaeficientes empiezan a sentir que ir por la vida cumpliendo postas ya no es un destino deseable, sino un peso innecesario. Sin embargo, no saben levantar el dedito. El fuck it arranca con preguntas: ¿realmente necesito graduarme con honores? ¿Es verdad que mi éxito se mide por mi estatus social? ¿En serio tengo que verme de determinada forma cuando me miro al espejo? En contextos de ciudadanos hiperdomesticados, las preguntas son subversivas, se les teme, alguien debe guiarnos hacia ellas. Todos tenemos algunas que pueden detonar las bases sobre las que armamos nuestras vidas. La cuestión es... ¿nos atrevemos a hacerlas? Y si la respuesta es “fuck it”, ¿somos capaces de bancarnos que el efecto boomerang nos devuelva la misma actitud del otro lado?
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Mujeres que levantan el dedo
Si a las mujeres la filosofía fuck it comenzó a seducirnos, es porque somos muchas las que necesitamos liberar peso de nuestras espaldas. En nuestro universo, las preguntas fuck it serían: ¿y qué pasa si dejo de tener miedo a quedar como una histérica y hablo? ¿Y si dejo de preocuparme por hacer lo correcto siempre? ¿Y si disfruto de mi cuerpo tal como es? Para eso sirve el fuck it: cuando liberás la energía y los recursos que te toma preocuparte por ciertas cosas, descubrís que tenés mucho resto para encargarte de nuevas, para expandirte. En el fondo, lo que busca esta actitud es detener la autoexplotación personal: eso que te hacés a vos misma cuando te llenás de actividades y exigencias desgastantes e inútiles. Ejercitar hasta desfallecer del cansancio, sostener relaciones imposibles, asistir a cada evento al que nos invitan, estar siempre sexualmente dispuestas, mostrar fotos de nuestra “hermosa” vida en las redes... son algunos de los fuck it para tomar conciencia y levantar el dedo sin culpa.
"Que no te importe un carajo", diríamos por acá. Carteles, pósters y movidas en las redes alientan a que cada vez te importe menos encajar en las normas - Créditos: Prensa
La rebelión de lo imperfecto
Algo de este hastío frente a las presiones se traduce, por ejemplo, en las variaciones que están adoptando las redes sociales. El éxito de Snapchat y de Instagram Stories, se basa en la no permanencia del contenido a la luz del público, lo cual libera la pista para la espontaneidad y descomprime enormemente lo que significa armar identidades estáticas a través de fotos que se van acumulando. También es notable la cantidad de movidas y hashtags que hoy en día priorizan la espontaneidad, el no pertenecer y el mostrarse en la crudeza de la realidad antes que en la impostada perfección de filtros y existencias perfectas.
Al diablo con...
Tu trabajo: ¡fuck! a las viejas fórmulas
Animate a tantear los límites de las categorías muy estrictas. El mundo de las empresas se está reinventando y la creatividad es necesaria. No la ahogues. La clave es no censurarte: presentar ideas, no temerle al error. Si tenés un puesto de poder, abrirte a escuchar a todos.
Que nadie te diga lo que podés o no podés intentar - Créditos: Prensa
Tu círculo social: ¡fuck! a la dependencia
¿Seguís mirando la cantidad de likes? ¿Seguís escuchando lo que todos tienen para decir? Apostá más a las opiniones calificadas que a las masivas, a las charlas honestas más que a los comments. Seguí a referentes en algo concreto, con méritos sólidos, no te fascines solo por “vidas lindas”, buscá inspiración real.
En el Festival Burning Man
Tu cuerpo: ¡fuck! al modelo único
La era de las supermodelos pasó, las cirugías de lolas ya fueron. Aunque sigue habiendo imposiciones, el hecho de que te rebeles a ellas es sexy en sí. Y lo sabemos: leé nuestra nota de #ActitudTanga (pág. 74) y sumate a nuestra movida.
Mostrate como más te guste. En el Festival Burning Man
Tu comunicación: ¡fuck! a la lógica publicitaria
Poner energía para exhibir la familia Ingalls, el novio ideal y los platos perfectos solo va a darte más y más trabajo. Repetite a diario: “compartir no es exhibir”, y fijate qué podés aportar al mundo más allá de tu felicidad. No temas ser vulnerable, tierna o auténtica en tus expresiones.
Tu sexualidad: ¡fuck! a los estándares
No pasa nada si no tenés sexo. No pasa nada si tenés mucho. Lo que hacés en tu cama no es algo que tenga que preocuparte mientras vos estés feliz. Formá tu propio criterio leyendo sobre feminismo o inspirándote con autores que te hagan pensar. Aprendé a conocerte y decidí vos.
Tu evolución: ¡fuck! a los límites
Hay cosas que están cambiando, aunque no las veamos. Por ejemplo, somos las primeras generaciones que envejecen en la red. Por eso, el ageless es una tendencia que le hace fuck it a la categoría de edad y que propone que estéticamente hagas lo que quieras, a la edad que se te dé la gana. Y pensá que probablemente la mitad de las categorías que respetás ahora van a quedar obsoletas en un par de años. Así que cuando te pongas muy criticona o escéptica, hacé el ejercicio consciente de hacerles fuck it a tus propios prejuicios.
Qué leer sobre la filosofía fuckit
The Life Changing Magic of Not Giving a Fuck, De Sarah Knight. Ella trabajó en corporaciones, hizo mil dietas y fue a eventos obligada. Pero se cansó y escribió este libro.
Fuck It: The Ultimate Spiritual Way, De John C. Parkin. Su autor fue publicista. Se cansó de todo y se puso un centro de coaching en la Toscana italiana. Está disponible en inglés.
The Should Syndrome, de Karen See. Para aflojar con los “debería” y conectarte con la vida que querés.
¿Precisamos un manual para rebelarnos?
Según Patricia Faur: "¿Por qué necesitamos que alguien venga a darnos el derecho a no obedecer obligaciones banales? Ejercer la autonomía de criterio es inteligente, pero buscarla a través de libros que, en vez de proponer grandes revoluciones, se enfocan en lo ordinario puede ser un signo de de vacío, de pose. Seguir hashtags y pensar que con eso cambiamos el mundo puede ser infantil si no se acompaña de críticas sentidas y reales. El fuck it vale, mientras se traslade a áreas de nuestra vida que pueden cambiar y no quede reducido a una pose en Instagram."