
Bajar el ritmo: los beneficios de aprovechar la semana entre Navidad y Año Nuevo
En su última columna de 2022, Jose de Cabo nos confiesa algo: después de la de su cumpleaños, la semana entre fiestas es su favorita.
29 de diciembre de 2022

Por qué disfrutar de la semana entre fiestas. - Créditos: Getty
Pasó el Mundial, pasó Navidad y empieza la semana que más me gusta en el año después de la de mi cumpleaños, claro: la semana entre fiestas.
Esta semana suele ser una semana lenta, sin muchos sobresaltos pero con muchos contentedores de comida en la heladera (si no te llevaste el vitel toné de lo de tu mamá todavía estás a tiempo de ir a buscar lo que no se comieron estos días). Qué cosa la de la comida navideña que solo comemos en Navidad. Deberíamos arrancar un change.org: Comamos pan dulce y vitel toné todo el año. Aunque tal vez de esa manera perdería un poco su magia. Me fui de tema, perdón, ya vuelvo.
Los días entre Navidad y Año Nuevo son días en que parece que todo está en suspenso. Son días de esperar el nuevo año (una vez que nos recuperamos del jolgorio navideño, por supuesto). Hay una pausa que se hace en todo, incluso en el trabajo, que deja a la vida en una zona gris y pacífica entre el 25 y el 31. Todas las interacciones sociales terminan con “Si no te veo, feliz año nuevo” o, en su defecto, “Nos vemos el año que viene”. Y todos sabemos que es un chiste pésimo, pero nos reímos igual.
La ciudad empieza a quedar vacía, muchos afortunados ya parten hacia su destino vacacional, y eso no hace más que aumentar el letargo y la pausa de esta semana interfiestas.
También suele ser una semana en la que muchos nos ponemos introspectivos, evaluamos el año que se va, planeamos el que viene. Elegimos nuestras metas y deseos y pensamos en cómo llegar a ellos. La introspección, necesariamente, nos hace bajar la velocidad.
Hay, también, cierto disfrute en el limbo, en el “ya no es este año pero tampoco es el que viene”. Es saber que ya casi no hay nada por hacer en el año que se va, y no tener que tirarse de cabeza a la actividad en el que viene. Es la espera, el saboreo (sí, de las sobras también, pero en este caso hablo del tiempo).
En la otra esquina del ring se paran todos los pendientes, las reuniones sociales y los encuentros por compromiso. A esos no me los banco. No me sumo a casi ninguno. "Che, el 1 de enero el mundo sigue girando". Esa suele ser mi respuesta. No pasa nada si no ves a esa amiga que no viste en todo el año, antes de que se termine. La podés ver el año que viene, en enero por ejemplo, tomando una fresca en la vereda, y brindar por más encuentros en este año que comienza (mirá, ya te tiré una meta para el nuevo año y todo). No te apures, saboreá esta semana lenta que es hermosa y ya habrá tiempo en enero de empezar a correr por trabajo, amigos que queremos ver, compromisos familiares.
Ese es el único consejo que te doy, querida lectora. Por lo demás, hace de tu Año Nuevo (la noche y el resto, digo) lo-que-se-te-can-te. Que al final, lo único que importa es que estemos rodeadas de amor (y si es el propio, el de tu gato, o el de cien mil personas, ¿quién te juzga?).
Feliz Año Nuevo queridas. Gracias por estos meses compartidos. Nos vemos por acá el año que viene.
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