De a poco está surgiendo otra línea de pensamiento que propone un cambio radical en la manera de entender el mundo de los negocios: el capitalismo cooperativo - Créditos: Corbis
Por María Eugenia Castagnino
Feroz y salvaje. Así lo pensamos. Es casi natural que cuando hablamos del capitalismo, en nuestra mente enseguida se arme la idea de un sistema mercenario, casi perverso, en el que unos pocos ostentan demasiado poder mientras otros sufren las consecuencias de la inequidad. El mundo pareciera estar dominado por una serie de leyes que no siempre nos suenan justas. O al menos, que ya tienen olor a viejo. Incluso pasado de moda. Es que el lujo, la ostentación y la sed individualista ya no son valores en sí mismos para las nuevas generaciones. Y a la luz de estos cambios de paradigma, la economía no puede quedarse atrás. El mundo necesita repensar el capitalismo desde otro lugar. Y eso es lo que está pasando. ¿Qué tal si la ferocidad la reemplazamos con conciencia? ¿Cómo suena la idea de un sistema que sea cada vez más ético y menos salvaje? ¿Demasiado utópico? Puede ser. Pero la camada más innovadora y joven de la economía mundial ya lo está pensando. Y así, con casos aislados y todavía de manera tímida, de a poco está surgiendo otra línea de pensamiento que propone un cambio radical en la manera de entender el mundo de los negocios: el capitalismo cooperativo –también llamado consciente– es el nuevo paradigma de la economía de vínculos más horizontales y con objetivos globales que buscan el bien común. La evolución de la responsabilidad social empresaria (RSE).
¿De dónde surge?
Los líderes de esta filosofía son Raj Sisodia, un académico de origen hindú, y John Mackey (fundador y CEO de Whole Foods Market, y uno de los más acérrimos defensores del movimiento de alimentación orgánica), quienes coescribieron Conscious Capitalism: Liberating the Heroic Spirit of Business, un libro con el que intentan "despertar" la conciencia de los altos ejecutivos y los consumidores. Sus palabras son inspiradoras: "Imaginemos un negocio basado en el amor y el cuidado en vez del miedo y el estrés, en el que sus integrantes sientan pasión y compromiso por su trabajo, y en el que casi nadie abandona la empresa desde que se une".
Por otra parte, la economista inglesa Noreena Hertz, considerada una de las pensadoras jóvenes más influyentes del mundo, desde sus conferencias y libros –es autora de The Silent Takeover: Global Capitalism and the Death of Democracy– también vaticina la llegada de una nueva forma de entender la macroeconomía a través de lo que ella denomina el "capitalismo cooperativo", una práctica bastante extendida que promete reemplazar el modelo de negocio en un futuro no muy lejano.
La caída del modelo Gucci
El modelo capitalista de los países más desarrollados mostró su costado más sombrío y el modelo, alque algunos especialistas llamaban capitalismo Gucci entró en decadencia - Créditos: Ilustración de Lucía González Venzano
Desde 2008 hasta nuestros días, el mundo enfrenta lo que los expertos han dado en llamar la "gran recesión", que tuvo su origen en la crisis económica de los Estados Unidos. A partir de este fenómeno –que incluye inflación mundial, guerra de divisas, crisis alimentaria y energética y desconfianza en los mercados– el modelo capitalista de los países más desarrollados mostró su costado más sombrío y el modelo, alque algunos especialistas llamaban "capitalismo Gucci" entró en decadencia. Lo habían rebautizado así por su espíritu hiperconsumista, porque lo importante era tener la última cartera Gucci o el último par de zapas Nike. Era una ideología nacida a mediados de la década del 80 bajo el calor de las políticas de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. ¿Qué proponía este paradigma? Que los mercados debían autorregularse, que los gobiernos cultivaban el laissez faire –o sea, que no intervenían demasiado en materia económica– y que las personas éramos simplemente maximizadores racionales de utilidades; solo importaba que consumiéramos. Y mucho. El éxito se medía con la vara de cuánto dinero eras capaz de generar o tener. ¿Y la felicidad, el medioambiente y la comunidad? No había que preocuparse demasiado por eso. Pero esto ya fue. Y, por suerte, algo está cambiando.
El nuevo paradigma
Hoy se está dando una serie de condiciones para que demos vuelta la página: la gestación de un nuevo pensamiento asoma, la intervención de los estados vuelve a estar de moda y el crecimiento ascendente de mercados antes minoritarios –el llamado BRIC, que integran Brasil, Rusia, India y China– es la clara demostración del cambio. ¿Se va a terminar el capitalismo, entonces? No, en el mundo globalizado en que vivimos sería casi ridículo pensarlo. Pero el capitalismo tiende a cambiar sus formas: ya no se trata de que las empresas y las instituciones financieras globales logren sus objetivos a costa de los ciudadanos, sino que los tengan en cuenta, que los incluyan como parte de su cadena de valor. Uno de los padres de la industria moderna, Henry Ford, fue el que alguna vez dijo que "un negocio que no hace otra cosa que dinero, es un negocio pobre". Esta frase bien podría ser el leitmotiv del "capitalismo consciente" y el contexto que brindan las nuevas generaciones teje el escenario del cambio. Las estadísticas demuestran –a través de un estudio realizado en Estados Unidos– que el 70% de los compradores de las generaciones X e Y –o sea, jóvenes que no superan los 40 años– observa cuestiones sociales y medioambientales a la hora de comprar un producto. Hoy somos consumidores mucho más conscientes: ya no nos da lo mismo ponernos una remera súper barata si al leer la etiqueta vemos que la hicieron en Bangladesh, a costa del trabajo insalubre de miles de personas. Y, por ende, las compañías están volviéndose más éticamente responsables, haciendo esfuerzos para producir alimentos más saludables, para no dañar el medioambiente con sus procesos productivos y para generar competitividad en el mercado (antes, comprar algo sustentable era bastante más caro, pero la brecha de precios se achica cada vez más).
4 claves del nuevo capitalismo
Las empresas y las instituciones financieras globales logren sus objetivos a costa de los ciudadanos, sino que los tengan en cuenta, que los incluyan como parte de su cadena de valor - Créditos: Corbis
*Las empresas deben tener una propuesta o misión más elevada: en la medida en que las compañías respondan sinceramente a la pregunta "¿por qué y para qué existe este negocio?", poniendo como preocupaciones centrales el bienestar de la sociedad y el cultivo de valores fundamentales como la igualdad, la transparencia y el compromiso. Parecen cuestiones intangibles, pero si en la empresa se respira esto, luego se traduce en niveles más altos de motivación, excelencia y rendimiento entre las personas que la integran.
*Todos los grupos de interés están integrados: antes que ser "jefes" y "empleados", todos somos personas y ciudadanos. Y la calidad de las relaciones que se dan dentro una empresa es fundamental para pensar los nuevos modelos: la empresa existe gracias a esta red de vínculos. Por eso importa cómo la compañía trata a sus empleados: si los apoya, si invierte en ellos para que no quieran irse o si les brinda capacitación permanente.
*Buscan modelos de liderazgo conscientes: quizá sin proponérselo, los CEO de las grandes multinacionales tienen mucho peso a la hora de operar el cambio. Las empresas de hoy buscan que la personalidad del líder de una compañía esté alineada con dejar un legado positivo en el mundo. Pensemos en líderes de la talla de Bill Gates, Steve Jobs y Jack Dorsey, el fundador de Twitter. Visionarios, apasionados, inspiradores hombres de negocios y talentosos emprendedores, estos empresarios no solo fundaron sus respectivas compañías con el afán de volverse millonarios, sino que también estaban atentos a los beneficios potenciales que traerían sus productos a la vida de las personas.
*Promueven una cultura y management conscientes: la idea de jerarquía vertical se diluye, el poder está descentralizado y se aspira más al self management, donde cada uno pueda setear sus propios objetivos, tomar decisiones y planificar su trabajo de manera eficiente.
No sabemos exactamente qué va a pasar en el futuro, pero si este tipo de empresas –en las que también se incluyen las cooperativas, que no paran de crecer en nuestro país– siguen aumentando en las próximas décadas, seguramente aportarán a toda la humanidad un nuevo bienestar. Cuanto más grande sea la empresa, más grande y beneficiosa será su huella.
Pilares del liderazgo colaborativo
Wobi (World of Business Ideas) es una plataforma global de ideas vinculadas con el mundo de los negocios. En una de las charlas, Bill George –profesor de Harvard y ex CEO de Medtronic– da un perfil acerca del liderazgo del siglo XXI y lo define con cuatro pilares esenciales:
1) Alinear: se trata de que todos los empleados de la empresa conozcan la misión y los valores de la compañía.
2) Potenciar: el nuevo liderazgo no se expresa a través del poder y de cómo ejercerlo, sino que pasa por potenciar a las personas y guiarlas para que crezcan. Si cada uno crece, la empresa también lo hará.
3) Servir: el foco no está puesto en servir a los accionistas de una empresa, sino en volcarse hacia adentro. El líder debe servir a sus empleados. Y así sus empleados lo harán con los clientes. Si la cadena de servicio funciona, los beneficios llegarán también a los accionistas.
4) Colaborar: se refiere a que, especialmente cuando hay problemas,la solución solo llegará si todos la buscan en conjunto. Ya no va más el sistema individualista. Mejor "tirar todos para el mismo lado".