¿Qué miramos esta noche en el cielo?

El primero es el planeta Júpiter, el más grande del sistema solar. Es tan colosal que, si fuese hueco, dentro de él cabrían 1300 planetas Tierra. Qué mejor nombre, entonces, que el del dios más importante de la mitología romana: Júpiter. Llegó a gobernar el olimpo luego de haber derrocado a su padre, Saturno. Y gobierna los atardeceres de estas semanas como el punto más brillante hacia el oeste, poco después de ocultarse el Sol.

Se observa a simple vista, es fácil distinguirlo cuando empieza a avanzar la noche ya que es de los primeros astros en aparecer. Poco a poco irá descendiendo hacía el horizonte para ocultarse cerca de las nueve y cuarto de la noche. Cada día, a lo largo de la primera quincena de febrero, irá apareciendo un poco más bajo en el horizonte luego del atardecer y ya para finales de mes no estará visible debido a que se ocultará junto con el Sol.

Es una gran oportunidad para observar a este gigante gaseoso (ya que el cuerpo de este planeta no es rocoso como el nuestro, sino que está compuesto de gas). Que por estos días se ubica a 900 millones de kilómetros de la Tierra. Es muy lejos. Para hacerse una idea de cuán lejos, si mandamos un mensaje de WhatsApp a Júpiter, tarda en ir y volver una hora y cuarenta minutos. Y eso que la señal del celular viaja a la velocidad de la luz.

Este planeta cambió radicalmente nuestra concepción del universo. Hace poco más de cuatro siglos, Galileo Galilei, el primer ser humano en elevar un telescopio al firmamento, descubrió que Júpiter tenía cuatro lunas que giraban a su alrededor. Fue desconcertante observar objetos en el cielo que no se movían en torno a la Tierra. Hasta ese momento imperaba la teoría geocéntrica, en la cual nuestro planeta era el centro del universo. Galileo, su primitivo telescopio y Júpiter, le mostraron a la humanidad, que no todo giraba en torno al hombre.

Todos, alguna vez, levantamos la mirada en la noche y dijimos: “¡Mirá, las Tres Marías!”. Este famoso trio de estrellas, que a los más grandes quizás le recuerde a María Emilia, María Eugenia y María Laura, forman también el cinturón del cazador más famoso e importante de la mitología romana, el gigante Orión.

No es difícil ubicarlas estas noches de verano. Aparecen altas en el cielo, casi por arriba de nuestras cabezas, un poco hacia el norte (si estamos mirando el oeste, donde se puso el Sol, donde vemos a Júpiter, el norte queda a nuestra derecha). Una vez identificadas, podemos completar la figura de Orión. Por debajo de las Tres Marías, se encuentran dos estrellas muy brillantes, una bastante colorada: Betelgeuse. Y la otra más blanquecina y algo más pálida: Bellatrix. Cada una forma el hombro derecho e izquierdo, respectivamente, del gigante.

Recordemos que lo vamos a dibujar patas para arriba, ya que es una constelación que nació en el hemisferio norte (trazada por los griegos), y acá desde el hemisferio sur se ve al revés. Por eso tenemos por arriba de las Tres Marías los pies del gigante. Muy blanca, casi tirando a azulada, está la estrella Rigel, justo en línea con el cinturón y Betelgeuse. Rigel es el pie izquierdo, mientras que el pie derecho lo marca Saiph. Muchas otras dibujan el resto del cazador: su cuello, su arco, su daga y sus flechas. Va a depender de la calidad del cielo cuántas de ellas se descubran. La mayor aventura es salir a la noche y buscarlas.

Para ello es recomendable algún lugar con el horizonte despejado: puede ser una terraza, un parque o un balcón alto. Procurar no tener luces muy potentes cerca de la vista. Son muy útiles también las aplicaciones de celular con mapas de estrellas. Hay muchas gratuitas, como Stellarium, Sky Map, Star Walk o Sky Safari. Todas son similares, solo es cuestión de dedicarles un poco de paciencia y ganas de descubrir el firmamento.

Cada noche el cielo proyecta una nueva película: ¿Te la vas a perder? Contanos qué pudiste ver y qué te gustaría que descubramos juntos: hay un universo entero para compartir.