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¿Cómo soltar el mandato de la productividad y abrazar el ocio creativo?

¿Sos de las que no pueden estar un minuto sin hacer nada productivo? Te damos las claves para entregarte al placer de bajar un cambio.




Te levantás, hacés el desayuno, llevás a los chicos al colegio, vas al trabajo, pasás la jornada haciendo mil cosas (reuniones, trámites online, mandando mensajitos en los grupos de WhatsApp) y a la noche te relajás. El relax pos 18 horas incluye limpiar, ir al gym, bañarte, organizar la cena y mirar un capítulo de alguna serie, para no quedarte afuera de las charlas, claro. ¡Ufffff!

Seguramente es lo que pasás o tu círculo cercano pasa a diario: es que la idea de vivir a mil está instalada y nos creemos superpoderosas por lograr hacer todo. Sin embargo, no somos conscientes de que haciendo esto estamos descuidando puntos muy importantes de nuestra salud. ¿O acaso recordás cómo te sentís cuando tenés, por ejemplo, una tarde libre? Muchas no logramos hallarnos en ese océano de libertad y no nos permitimos pasar horas leyendo un libro o mirando la tele porque creemos que estamos “perdiendo tiempo”. No nos gusta “estar al pedo” y por eso nos inventamos planes para cubrir esos baches. Pero ¿qué pasa si nos permitimos activar el “modo larva”?

El reconocimiento como enemigo

La superproductividad está muy validada por la sociedad.  Mostramos en redes que trabajamos mucho, que además hacemos gimnasia, que llevamos adelante una rutina saludable… ¡Y todos nos felicitan por eso! Pero nadie va a decir cuál es la contracara: el sufrimiento y el malestar. Empieza a jugar el “si la gente me reconoce por esto, ¿por qué lo voy a dejar de hacer, aunque la esté pasando mal?”. Al encontrar tanta validación en este modo de vida, es muy difícil dejarlo. Cuando entrás en ese mood, empezás a vivir cumpliendo objetivos, estás constantemente persiguiendo una meta y no llegás a vivenciar el presente. Hacé el ejercicio de preguntarte si estás viviendo o, en realidad, tan solo cumpliendo objetivos o sumando habilidades. El gran problema de hoy es que el disfrute cada vez está más dejado de lado, porque está muy instalado que ser productiva es sinónimo de ser una persona con energía. Sin embargo, tener muchas actividades no te convierte en alguien enérgico. De hecho, las actividades placenteras son las que nos dan la energía. 

¿Cómo venís de energía?

¿Pensaste, en algún momento, que tranquilamente podés estar en tu casa haciendo nada? No. No nos lo permitimos. Otra consecuencia de este tsunami que vivimos en 2020 fue la aparición con más fuerza del trabajo remoto. El home office, que en muchos casos sigue estando o aparece en modalidad híbrida, nos hace creer que tenemos que hacer más cosas de las que podemos/debemos gracias al discurso de “estoy trabajando en casa”. Es importante saber que tenemos que dividir los espacios y ordenar las cosas, porque hacer todo al mismo tiempo tiene consecuencias. Al vivir a mil, descuidamos el autocuidado, fomentamos el hacer y dejamos de lado el habilitarnos a estar sin hacer nada, que es parte de recargar energías y de poder sostener después todas las exigencias. 

¿Tener tiempo es un lujo?

Últimamente, parece que la ansiedad está jugando en el prime time y aparece en ¡todas! las situaciones. La idea no es demonizar el ser productiva, pero sí estar atentas a cuando empiezan a ser muchas cosas y hay poca recompensa, ahí se convierte en un problema. Porque cuando la balanza se desequilibra mucho aparecen el malestar, el sufrimiento, la ansiedad... Recordemos que la ansiedad es una emoción adaptativa, que todos sentimos en algún momento de nuestra vida. Si llegás a sentirte ansiosa, es muy probable que empieces a atravesar nerviosismo, intranquilidad, inquietud, miedo... La ansiedad es eso, estar en alerta constantemente. Por eso hay gente que empieza a hacer de más, a planear (agarrar trabajos extras, por ejemplo), para intentar controlar esa situación. Debido a las cuestiones económicas, muchas veces pensamos que tener tiempo libre es un lujo, que si tengo un tiempito, tengo que pensar qué laburo puedo sumar, por las dudas... Vivimos sobreadaptándonos y con la sensación de que podríamos estar haciendo algo más. ¿Te animás a agendarte un espacio para estar al pedo? 

5 claves para sacar el pie del acelerador

  1. 1

    Perdele el miedo a perderte algo.

    Salidas, encuentros o las redes. Si estás a full, te perdés vos. Tus amigas van a seguir disponibles, la profe de zumba va a seguir bailando y en las redes van a seguir publicando. Pero vos vas a ganar algo valioso: haber descansado y reconectarte con tu ser.

  2. 2

    Asigná en tu agenda minutos para hacer nada.

    Tratá de hacerlo, aunque sea, un día de la semana y escribilo. Por ejemplo, anotá en tu agenda: “11 a. m. - Hora libre para hacer absolutamente nada”. Eso sí, resistí la tentación de activar. 

  3. 3

    Identificá tus creencias negativas sobre el "hacer nada".

    ¿Se te presentan implacables los fantasmas de la soledad o del aburrimiento? ¿Te da miedo caer en estados de letargo eternos? ¿Qué pensás de las personas que se toman tiempo libre? ¿Qué te pasa por la cabeza y el cuerpo cuando no hacés nada? Registralo por escrito.

  4. 4

    Armá un espacio especial.

    Un rincón de tu casa donde poder reposar, mirando a través de la ventana, tal vez con una taza de té en la mano, solo estando ahí, disfrutando de tu propia compañía, recordándote lo afortunada que sos de tenerte a vos misma y poder regalarte estos momentos.

  5. 5

    ¡Dale play!

    Y si aun así te cuesta desenchufar, abrí Spotify y escuchá estas dos bellezas de Brasil: “Ninguém”, de Fran y Chico Chico, y la canción de Lenine “Leve e suave”.

Regalate tus momentos de relajación

Por la Lic. Aldana Tejero, psicóloga. 

En épocas en las que impera la actividad por sobre la pausa, es importante que nos habilitemos tiempo de calidad. ¿Por qué? Porque el autocuidado es la energía que nos va a permitir sostener nuestro día a día y regular el estrés que podemos llegar a atravesar. Esta energía no la obtenemos de la cantidad de actividades sino de lo significativas que sean para nosotras. Caso contrario, puede ocurrir que la cantidad solo aumente nuestro malestar.

Conectarse con sensaciones placenteras es fundamental, puede ser algo tan sencillo como prender una vela en casa, comer o cocinar algo que te guste. Hacé pausas, creá espacios para vos. Aunque muchas veces pensamos que son ínfimos, tienen mucho impacto en nuestra salud mental. Frente a momentos de mucha exigencia, tenemos que tener momentos de relajación, ¡es clave la recompensa! Y también es importante encontrar lo que le funciona a cada una, ¡no todas obtenemos gratificación en lo mismo!

Si tenés tiempo libre, ¿cómo lo estás usando? ¿Hacés actividades para llenar espacios o realmente las disfrutás? Preguntate qué consecuencias reales tiene si no hacés lo que creés que deberías hacer. Es importante que podamos ser flexibles y comprender que no estamos perdiendo el tiempo, sino ganando calidad de vida.

Expertas consultadas: 

Lic. Anita Olmedo. Psicóloga. @muevetechica.
Lic. Aldana Tejero. Psicóloga. @lic.Aldanatejero.

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