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4 cocinas ohlaleras que inspiran

Ani, Sole, Agus y Vale, de la redacción de la revista, te muestran el corazón de sus casas y te cuentan lo que más les gusta.




Créditos: Producción: Melisa Ruiz. Fotos de Érika Rojas

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Un departamentos de tres ambientes en el complejo habitacional Los Andes del arquitecto Fermín Bereterbide

Créditos: Producción Melisa Ruiz. Fotos de Érika Rojas

Ani, editora de fotografía

La casa: un departamento de tres ambientes en el complejo habitacional Los Andes del arquitecto Fermín Bereterbide.
Qué preparó: hizo galletitas de chocolate con formas divertidas junto con su hija Olivia.
Lo que más le gusta: que es muy luminosa y colorida, con un ventanal divino y acceso directo al balcón.
A los azulejos, el piso y el ventanal originales de los años 30, Ani les sumó muchísimo color y la evidencia innegable de que allí convive con sus dos hijos: Olivia, de 3 años, e Isidoro, de 10 meses. Moldes divertidos, utensilios de colores, sorbetes, vasos y un montón de objetos bien lúdicos. En el centro, puso una mesa de madera que compró en el Mercado de Pulgas junto a dos sillas Eames de plástico naranja y dos sillas de madera para niños que se van adaptando a medida que los chicos crecen (es de la firma Stokke y las compró en Chile). Además, agregó una mesa angosta de madera que usa como segunda mesada y a la vez como espacio de guardado. Los canastos son de Falabella.
En los estantes puso vasos y vajilla vintage (para colgar las tazas clavó unos ganchitos en el estante de abajo). Las ménsulas de hierro lindísimas de los estantes son de Paul.

Sandwichitos

Sole, editora

La casa: un PH de principios del siglo pasado ubicado en Belgrano, donde la cocina se remodeló sumando un ambiente.
Qué preparó: sandwichitos exprés de queso fresco de campo, tomate, palta y lechuga.
Lo que más le gusta: aunque está en plena ciudad, da la sensación de estar en el campo. No hay ruidos y es el corazón de la casa.
Este espacio es donde se despliegan todos los hallazgos de viaje, desde teteras que se suman a la colección estable (heredadas de su abuela) hasta azúcar cristalizada inglesa o sal de los Himalayas. Gracias a Juliana López May, Sole también se enamoró de los enlozados, así que los rastrea en ferias locales y de afuera, porque encima suelen ser baratos. ¿Su favorito? Una pava cafetera con estampa de corazón que trajo de Praga . Además, se enorgullece de ser cartonera y asegura que las dos sillas más lindas de su casa fueron encontradas en ruinas en la calle, nadie les tenía fe, y ahora le dan la razón. El mueble color verde agua funciona de aparador, donde guarda platos y tazas, y la acompaña desde chica, porque estaba en el comedor diario familiar desde siempre.

A tomar el té

Agus, editoria

La casa: un piso 11 de un edificio en Belgrano. La construcción es de los 70, pero cuando se mudó ahí con su marido, su hermano Franco (arquitecto) se encargó de reciclarlo y dejarlo como nuevo.
Qué preparó: un té completísimo. Con jugo de naranja exprimido, budín con nueces y almendras, cookies caseras y frutas con merengue italiano.
Lo que más le gusta: que es súper amplia y luminosa. En la reforma, se dio el gusto y armó un comedorcito diario tipo box.
Los muebles son blancos y tanto el mármol de la mesada como las venecitas 3 x 3 de la alzada son negras. Esta dicotomía bicolor se rompe con detalles coloridos tanto en los almohadones del box como en los utensilios de cocina o en la la repisa de hierro pintada de blanco con estantes forrados con decoupage de papeles para origami (¡que hizo Agus con muchíííííísima paciencia!). El pasillo que da al acceso de servicio lo convirtió en lavadero, bloqueando la puerta de entrada y colocando una puerta esmerilada para separar el espacio. El vinilo de "Laundry" es de Enamoradas del Muro y el modulo de pizarrón, llavero y broches de notas, de Ketha.

Happy hour

Vale, diseñadora

La casa: un segundo piso por escalera de un edificio antiguo en Colegiales.
Qué preparó: unos tragos frescos con frutas.
Uno de sandía y un mojito bien para el verano a la tarde después del trabajo.
Lo que más le gusta: que tiene una luz hermosa, que la mesada es antigua y de mármol como la de su abuela, en donde se puede amasar, cortar y cocinar con comodidad.
La cocina de Vale está llena de detalles. Casi todas las cosas son heredadas o "tomadas prestadas para siempre" de las casas de abuelos, tías y madre, pero también les sumó ilustraciones (propias y de amigos que dejan su huella), algunos frascos y utensilios comprados en mercados de pulgas (dice que en el de Dorrego hay mucha variedad de cosas vintage sin uso que están buenísimas para sumarles personalidad a los espacios y, de paso, viajar en el tiempo). Más allá de toooodas las chucherías de colores y su colección de frascos de vidrio con caritas, la energía bien arriba de esta cocina la imprimen los muebles pintados de rojo y la luz que entra por la ventanita lateral e invade todo el espacio.
¿Qué te parecieron estas propuestas? ¿Cuál te gustó más?

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