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Resolución de problemas: 7 pasos para hacerlo de manera efectiva

En el libro Estás para más (El Ateneo), de Daniela De Lucía, nos acerca consejos para que podamos ser personas más confiadas y con una perspectiva diferente respecto de los obstáculos.


Cómo superar obstáculos o encontrar puntos de vistas nuevos

Cómo superar obstáculos o encontrar puntos de vistas nuevos - Créditos: Getty



La coach y licenciada en Relaciones Públicas Daniela De Lucía cuenta en el libro Estás para más (El Ateneo), que, luego de 12 años de carrera corporativa, decidió dejar todo para reinventarse. Cuenta que en sus sesiones aprende mucho de los problemas de los demás y expone que está atenta a los cambios, algunos de los cuales nos favorecen y otros nos complican.

“Todas las personas tienen problemas, pero lo que a mí más me llamó la atención cuando empecé a trabajar como coach es que lo que muchas veces es un problema para una persona no lo es para otra”, expone en un capítulo del libro. “Luego de una gran cantidad de horas de sesiones llegué a la conclusión de que en realidad la etiqueta de “problema” o la importancia que le damos a eso en nuestra vida es inversamente proporcional a la capacidad que creemos tener para solucionarlo”.

Así es que Daniela se enfoca en que, cuanto más creemos en nosotros mismos y confiamos en poder llevar adelante situaciones desafiantes, menos problema nos hacemos por los desafíos que la vida nos pone por delante. “La confianza en uno mismo incide directamente en nuestra felicidad”, lanza.

Y comparte 7 consejos para que podamos convertirnos en personas más confiadas y con una perspectiva diferente con respecto a los problemas:

  1. 1

    Tú no eres el problema, no lo tomes personal. El problema es algo externo, no debes tomarlo como parte de tu identidad. Eres responsable del problema, pero no eres el problema. Estás en situación de problema.

  2. 2

    Suelta la queja y la búsqueda de culpables. Buscar culpables te quita tiempo para encontrar soluciones. Si quieres resolverlo, necesitas hacerte protagonista del asunto, sin caer en el error de culparte a ti mismo. Como responsable, tienes la misión de encontrar la forma de responder al problema desde la solución y no anclado al problema. Lo hecho, hecho está.

  3. 3

    No lo hagas el centro de tu vida. No dejes que el problema tome todas las áreas de tu vida. Ten siempre presente que el problema solo ocupa una porción pequeña de ella. Si tienes un problema en el trabajo, déjalo ahí. Si tienes un problema de pareja, déjalo en tu casa. Evita también hablar todo el tiempo del problema, encuentra otros temas importantes y positivos en tu vida para enfocar tu energía.

  4. 4

    Confía en tus propios recursos. La autoestima de cotillón te hará creer que necesitas encontrar soluciones afuera, pero no te dejes engañar. Tú eres tu recurso más valioso. Una vez que lo resuelvas no solo te demostrarás a ti mismo que puedes, sino que también en el futuro lo que te sucedió ya no te amargará como la primera vez. Tal vez ya ni lo consideres un problema. Cuanto más fortalecemos nuestras habilidades personales, más fáciles de superar son las circunstancias desafiantes.

  5. 5

    La vida es movimiento, y nuestro problema también. No lo tomes como algo definitivo y estático. Es una circunstancia más en nuestra vida. Recuerda que esto también pasará.

  6. 6

    Mantén conversaciones internas inteligentes. Deja de preguntarte “¿por qué me sucede esto? ¿Qué significa esto? ¿Qué me quiere decir la vida con esto? ¿Por qué soy tan idiota, tonto, torpe, etc.?” Es momento de soltar para siempre el látigo mental. Hazte las preguntas correctas: ¿qué puedo hacer con esto? ¿Cuáles son los recursos que tengo bajo mi control? ¿Qué soluciones puedo crear?

  7. 7

    Anímate a más. Que un problema no apague tus sueños. Anímate a volver a hacer, siempre podemos crearnos una nueva oportunidad. Tomar la vida como un aprendizaje constante es uno de los secretos del éxito y de la felicidad. ¿Te animas a agrandarte ante tus problemas? Muéstrale a tu problema quién está al mando. Imagina que estás en el mar haciendo la plancha, en una profundidad en la que no haces pie y ves venir una gran ola. ¿Qué haces?

    PRIMERA OPCIÓN: paralizarte y con tranquilidad, calma y aceptación pedirle al universo que la ola pase lo más rápido posible y que te permita sobrevivir.

    SEGUNDA OPCIÓN: gritar y patalear en el lugar culpando al universo y autoculpándote por haber ido al mar en ese momento.

    TERCERA OPCIÓN: recordar lo que aprendiste alguna vez en Discovery Channel acerca del surf sin tabla, juntar todo tu coraje y encarar la ola para sobrevivir.

    La actitud es una pequeña cosa que puede marcar una gran diferencia. Ante un mismo problema, podemos elegir una diferente.

    En el primer caso, es una positiva pero pasiva, en la que nos convertimos en víctimas de las circunstancias y entregamos todo nuestro poder personal. Somos impotentes ante lo que sucede y con el tiempo esta postura desgasta nuestra autoestima y nuestra capacidad creadora como seres humanos.

    En el segundo caso se trata de una actitud negativa y pasiva, que interpreta la realidad de la peor manera y aun así no hace nada al respecto. Esta pose de enojo constante solo lleva a amargarnos la vida y la de quienes nos rodean.

    La tercera es la actitud coaching, positiva y activa; es decir: vemos el problema y nos movemos a la acción con los recursos posibles, en este caso nadar para surfear la ola. Aceptación no es lo mismo que resignación.

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