Salir de tapas no es irse. Como salir con una mujer es una forma de entrar en la vida, en la de ella y en la nuestra. Lo mismo pasa con las tapas, una palabra que no necesita traducción y compite en el placer de comer rápido con la pizza universal, un especial cargado o el chivito uruguayo. Aunque el tapeo es más español que las pasiones en la ópera Carmen .
Por eso, en tiempos austeros, se han transformado en Madrid, Barcelona y Sevilla en la gran solución cuando los presupuestos ya no permiten mantener la costumbre tradicional de comer afuera.
Las tapas son una excusa para ver amigos, comer poco y tomar algo al llegar la noche. Por eso las ofertas en los pizarrones callejeros en la mayoría de las ciudades prometen por 2 euros (y a veces menos) una caña de cerveza (tan pequeña como nuestro cívico) o un vasito de vino junto con una tapa, pincho o montadito que es una muestra de una porción. Es más grato que los happy hours que empujan a tomar demasiado, cuando lo que tiene gracia es una copa y no un barril.
El mantra reiterado en toda España, de Andalucía a Galicia, es aplicado con toque catalán: www.buenobonitobaratobarcelona.com y sus traducciones al castellano, francés, inglés o italiano. El blog tiene ofertas detalladas por barrio y precios para vigilar que no sea un engaño, porque enseguida se enteran por Twitter o Facebook.
El auge del tapeo es tal que hasta Ferran Adriá, luego de cerrar El Bulli abrió con su hermano menor Albert un local, Tickets, que parece un show más entre los teatros. No es barato, pero resulta accesible (affordable) y sorprendente para un gran maestro mundial.
Calidad y diversión
España y Europa del sur en general son una gran tentación porque aunque caigan los precios de manera notable, se mantiene la calidad y la diversión en continuado que empieza al abrir las valijas. El mejor seguro para el turista, hable el idioma que hable, es la actitud de los parroquianos locales que pretenden pasarla bien y gastar lo menos posible hasta pasar este mal rato.
Vale el consejo también a la hora de comer en serio, con un primer plato, un segundo y postre, más el vino. Muchos restaurantes muy buenos y caros han cerrado. Los reemplaza una clase media de cocineros en ascenso que tiende a volver a los fuegos con las recetas típicas de las abuelas, la cocina de mercado y de cuchara con sabor a infancia pobre.
Y de la misma forma que Adriá sólo acepta reservas por Internet, se multiplica la cantidad de ofertas sólo en línea con descuentos de hasta 40 y 50% del precio en la carta ( www.eltenedor.es/madrid ). En estos mesones se destacan por lo regional, de Castilla a Asturias, con carnes y pescados, y más verduras sin olvidarse de los fritos que en España nunca caen mal. Los precios no son bajos si uno pide una fuente de jamones ibéricos, langostinos con setas naturales, solomillo de buey a la parrilla, bacalao al club ranero, atún rojo, lubina a la espalda. Serían equivalentes al plato principal en Buenos Aires en Puerto Madero o Palermo Hollywood.
Los valores de los postres son razonables con proposiciones no aburridas: crema de limón con higos en aguardiente, sorbete de mandarina y orujo, tarta de galleta con caramelo, éxtasis de guanaja.
A la hora de hacer cuentas, siempre antes y no después, hay que usar las ventajas promocionales y los menús fijos con 2 o 3 platos a elección, especialmente al mediodía y no fines de semana, porque la noche es más cara y el finde, también. En la Web hay surtido para dar un vistazo desde el hotel o el teléfono inteligente cuando descuento lo escriben con mayúscula: DTO.
La gastronomía es la compañera de ruta del viajero y en estos días de crisis globalizada es cuestión de disfrutarla donde haya oportunidades. Sobre todo en España donde vivir para los extranjeros es ahora una fiesta de bajo costo.