A Trancoso lo recomienda Sonia Braga

La célebre actriz Sonia Braga aseguró que esta playa es una de las mejores de todo Brasil. Y sobran motivos para pensar igual (aunque esta artista brasileña dijo lo que dijo luego de enamorarse de un joven de estas costas, durante el rodaje de la película Tieta de Agreste ). A solamente 25 kilómetros del boom de Porto Seguro, que ya se impuso entre los argentinos con su encantador ruido y su vida comercial, y que incluye una cada vez más de moda Arraial D´Ajuda entre los jóvenes, Trancoso se está convirtiendo en una alternativa diferente para quienes descubrieron -y, a esta altura, superpoblaron- esta maravillosa zona del sur de Bahía.

Calles de tierra, tranquilidad, posadas muy bien equipadas, restaurantes y bares de lo más pintorescos, y, como diría Braga, playas que parecen de postal (y especiales para largas caminatas).

Esa es la fórmula de este poblado que, por su aspecto general y algunos de sus habitantes parece detenido en los hippies años setenta (aunque con mucho confort y limpieza) está contraindicado para personajes tan tradicionalmente criollos como los siguientes: los compradores compulsivos de cualquier cosa que tenga precio, los fanáticos de Internet y de leer los diarios argentinos aun en vacaciones, y los amantes de faraónicos hoteles y de ser parte de numerosos contingentes turísticos.

El lugar es ideal para el absoluto descanso (para llevarse una pila de libros y otra de discos) pero, en caso de concurrir con chicos, hay que tener en cuenta que, en general, la ubicación de las posadas, en lo alto del lugar, obliga a caminar unas cuantas cuadras para llegar al mar. La variante, obviamente, pasa por alquilar un buggy (a precios módicos).

Mucho del encanto rústico de Trancoso está centrado en El Cuadrado, una plaza central de típico estilo portugués, alrededor del cual se suceden la pintoresca iglesia de São João (de 1656), casas coloridas y diversos negocios, por donde los automóviles tienen prohibido el paso. Por las noches, el lugar se convierte en una fiesta: apenas iluminado por los restaurantes y por los bares, El Cuadrado es una invitación a comer al aire libre y a tomar cervezas y caipirinhas a la luz de la luna (o del sol, las estrellas o de lo que quede después del alcohol consumido, por supuesto).

Del menú local, como en todo Brasil, el fuerte son los pescados (todos de nombres irreconocibles, pero siempre deliciosos); su pertenencia al Estado de Bahía le aporta a la cocina de Trancoso delicias de la región como la moqueca (guiso de pescado o camarones, cocinado en aceite de dendé y leche de coco), que es indispensable paladear para decir que se estuvo realmente en esta zona de sensaciones fuertes y precios débiles.

Entre las playas, todas de arena blanca y aguas azules, una de las mejores es la de los Coqueiros, donde hay barracas (barcitos) en las que sus dueños se pasean entre los comensales con una bandeja llena de pescado fresco y de langostas para elegir qué saltarán desde allí hasta la cocina.

Otra variante es la playa de Itapororoca, pero con una salvedad: allí se suele practicar nudismo.

De las excursiones se recomienda el exótico paseo hasta la aldea de los indios pataxós, Recife de Fora (para practicar snorkel) y Río da Barra (de agua cristalina, ideal para chapuzones). Pero son apenas tres posibilidades entre tantas. Por eso conviene descubrir Trancoso ahora, antes de que tanto turista sediento de tranquilidad le quite esa paz que la distingue de PortoSeguro.

Alojamiento: en posadas, en promedio de una habitación doble es alrededor de 60 dólares por día, con desayuno.

Comidas: entre 5 y 10 dólares por persona.

Excursiones: hasta la aldea de los pataxós, 15 dólares.