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 • HISTORICO

África, América latina y Asia: vuelta al mundo en tres libros

Por Siempre África, Parte de Existencia y Un viaje interior son las flamantes publicaciones de una fotógrafa/psicóloga/escritora, un neurobiólogo y una pareja de veinteañeros




África suya: últimas imágenes del continente

Viviana Vammalle mide el tiempo en cámaras fotográficas. Durante los últimos doce años viajó incansablemente ("aunque la verdad es que me he cansado mucho", corrige ante el lugar común) y sacó cientos de fotos por buena parte de África. Con todo ese material, acaba de publicar Por siempre Africa, un pesado libro de 280 páginas, tapa dura, impresión de alta calidad y DVD complementario. Pero no incluye ninguna foto de su primera visita a Ghana. "¡Porque ese viaje fue hace muchas cámaras! –justifica–. Entonces tenía un equipo muy primitivo."
Psicóloga, escritora y fotógrafa, Vammalle cruzó el continente para acercarse a pueblos como los akan, de Gana; los lobi, gurunsi y taneka, de Togo y Benín; los wodaabe, de Níger y los oromo, mursi, karo, erbore y konso, de Etiopía, entre otras etnias de lo más apartadas de la modernidad.
No fueron paquetes con grandes delegaciones de turistas, del tipo quince días-quince países. Salvo algunas excursiones junto con un familiar o amigo, se trató de viajes solitarios (con guía y chofer locales) de varias semanas, en carpa, difíciles de imaginar si sólo se conoce a la elegante protagonista en una oficina porteña con aire acondicionado.
Pero el libro es contundente. Las fotografías de estos pueblos denotan un acercamiento con tiempo y actitud de búsqueda. "No soy ingenua, sé que se ha escrito mucho sobre África y que se la ha fotografiado ampliamente, pero yo necesitaba verla con mis propios ojos y sentirla con mi propio corazón", aclara.
Fue un viaje al año hasta que estuvo lista para sentarse a armar el libro. "El último país que visité fue Kenia, que al principio no me llamaba tanto la atención porque era demasiado turístico, con el tema de los safaris. Pero resultó un viaje soñado por lugares absolutamente primitivos y auténticos."
No es fácil acceder a estos pueblos, pero Vammalle aprendió a ganar su confianza. "Para empezar, jamás llegaba ametrallando con la cámara para todos lados. Creo que algo a mi favor es que soy mujer y no suelo representar una amenaza para nadie. Me acerco a las casas, a los campamentos nómades. Sonrío, hago muchos gestos. Soy muy gestual y tengo experiencia en lenguaje no verbal. Después, cuando empiezo a sacar fotos, lo hago con una cámara chiquita, menos invasiva. Hablo con el jefe, también. Quizás les llevo algunos regalos. Y a medida que tomo confianza, saco fotos, pero no los hago posar, no les pido que se den vuelta para tener mejor luz. Tampoco soy una kamikaze que se mete en cualquier lado. Me encanta la vida y me encanta disfrutarla..."
A Vammalle lo que más le interesó documentar fue el mundo femenino dentro de estos grupos. "Las mujeres son las portadoras más claras de muchos rasgos culturales –explica–. Algunas etnias son de una coquetería que sobrepasa lo imaginable, con un porte, una gracia..."
Cerrado este capítulo, los próximos viajes serán por Asia. "Ya viajé por Laos, Camboya, Vietnam, Tailandia, pero quiero volver y hacer un nuevo registro. Ahora, cuando todo se mezcla tanto, me atraen enormemente las diferencias culturales".
Por siempre Africa puede comprarse online a través de www.forever-africa.com y en la librería Dain Usina Cultural (Nicaragua 4899).

Eliminando fronteras...a dedo

Nada los detiene, ni un trayectoviaje en un camión compartido con un chancho que vomita, ni una diarrea crónica en India ni que los estafen en Vietnam.
Juan Caldaroni (27) y Daniela Elias (25) hace seis años que están de viaje o mejor dicho hicieron del viaje su modo de vida. Estudiantes de Turismo, salieron a principios de 2009 con la idea de pasar tres meses en Nueva Zelanda con los programas de Working Holiday. Pero era demasiado poco para sus incipientes e incontrolables instintos viajeros: se quedaron más de un año en Nueva Zelanda, luego dos en Australia, alternando viajes por Asia con trabajo, se enamoraron perdidamente del Continente Amarillo, y ahora se pusieron la meta de unir Filipinas con Estambul, con generosos recorridos por Asia continental viajando a dedo, misión en la que están embarcados desde hace dos años y calculan que tardarán para un año más. Al proyecto lo bautizaron Eliminando Fronteras y es su carta de presentación por el mundo.
También acaban de presentar su primer libro, Un viaje interior, que se consigue en versión digital y a donación en la Web marcandoelpolo.com. Un suerte de libro-guía espiritual para los que sueñan con viajar pero no se deciden a patear el tablero.
"En el libro contamos nuestras experiencias como viajeros, todo lo que nos fue pasando en estos años. No es un libro de relatos de viajes, sino que intentamos que la gente a través de la lectura puede pasar de la motivación de viajar a la acción, de que se anime, porque la vida tiene un tiempo limitado y hay que luchar por los sueños", cuenta esta joven pareja via Skype desde Osaka, Japón, donde recibieron el Año Nuevo y planean quedarse a pasar el invierno.
Cómo juntar dólares
En estos seis años, amigos, familiares y miles de personas que conocieron en el camino les pidieron la fórmula para lograr vivir viajando. El libro, de alguna manera, es la respuesta a todas esas preguntas y temores que se tienen antes de partir.
"No somos millonarios ni nos mantienen nuestros padres, nos las ingeniamos para trabajar mientras viajamos", aclaran rápidamente.
Las lista de empleos realizados en estos años es de lo más variada: desde cosechar brócoli y trabajar en granjas hasta administrar un resort de playa en Australia. Dan cursos de fotografía viajera. Todo les viene bien para juntar dólares y seguir en el camino. Incluso en varios países ofrecen postales con fotos que sacaron en diferentes viajes a cambio de una donación: "Se nos ocurrió en Malaca, Malasia. Imprimimos fotos tipo postal que habíamos sacado y nos instalamos en una plaza turística con carteles que explicaban de donde veníamos, el viaje que estábamos haciendo y pedíamos una donación. Fue un éxito. La gente nos rodeaba y nos preguntaba más y más. Hasta un turista nos dejó 100 dólares", recuerdan. La experiencia la repitieron en Taiwán, Japón y Corea.
Ahora, por ejemplo, están instalados en un hostel, donde trabajan a cambio de una pieza para vivir estos meses de frío, escribir en el blog Marcando el Polo y juntar energías para continuar el viaje por China occidental, Medio Oriente, Kurdistán y varios países de la ex Unión Soviética hasta Turquía.
El modus operandi para conseguir alojamiento se fue perfeccionando con los años y los kilómetros recorridos. Probaron Wwoofing, Couchsurfing y cuanto otro programa exista para dormir sin gastar. Y en los últimos tiempos envían mails a varios hostels de la ciudad donde quieren hacer base y se ofrecen para trabajar. Siempre alguien necesita una mano en mantenimiento o limpieza y los hospeda.
Se vive y no se toca
También se perfeccionaron como viajeros, se podría decir que se radicalizaron. Aprendieron a bajar los gastos al máximo, a darse cuenta qué vale la pena y qué no y hasta consiguieron reducir a la justo y necesario lo que cargan en las mochilas, mucho menos que lo que pusieron por primera vez cuando sólo se iban por 3 meses.
"Estuvimos en 30 países, pero no queremos tocarlos, sino vivirlos a fondo, por eso nos quedamos todo el tiempo que la visa nos lo permite en cada uno". Además modificaron el modo de trasladarse: antes viajaban en transporte público y ahora se mueven sólo a dedo y con una logística muy armada. Cuando paran un auto en la ruta le dan al conductor una pequeña carta escrita en el idioma local donde se presentan, le cuentan de sus planes y del destino al que quieren ir. Aunque en Asia no es usual hacer dedo, siempre logran que los lleven.
"Decidimos hacer dedo para demostrar que el mundo no es tan peligroso como dicen. Conocimos gente maravillosa, otra realidad. Por ejemplo el primer viaje por Vietnam nos dejó la imagen de un país que estafa a los turistas constantemente. En cambio, en la segunda vuelta, a dedo, fue completamente diferente, descubrimos a la verdadera población vietnamita, muy amable y solidaria."
De los 30 países el que más les gustó es Irán, quizás uno no tan turístico y conocido. "Todos nos decían que no fuéramos, que era peligroso, que a las mujeres se las trata muy mal, pero fue la mejor experiencia en estos seis años; conocimos a un pueblo muy hospitalario, que sentía curiosidad sobre nosotros, sobre lo que se dice de ellos en nuestro país y que ya planeamos volver pronto".
"¿Si el viaje tiene un fin en Turquía? Por ahora no, es sólo el fin de este proyecto. Estamos llenos de curiosidad. Cuando vemos un mapa nos damos cuenta de todo lo que nos falta. Es nuestro modo de vida. Viajar es un gran aprendizaje, es como ir a la Universidad."
Así que esta joven pareja seguirá en la ruta por tiempo indeterminado, con la gran felicidad de no ser de aquí ni de allá sino de todos lados y con medalla de honor en la Universidad del Viajero.

De Buenos Aires a México, América latina bajo la lupa de un biólogo

La excusa fue una entrevista laboral en México. La verdadera motivación, un viaje de nueve meses –a dedo, lancha, balsa o bus– de Buenos Aires al DF.
Eso fue en 2012 y ahora, dos años después, Julián de Almeida publica las crónicas de aquel diaro de viaje que, dice, le cambió la mirada y la cabeza.
Los datos duros dicen que tiene 39 años, es neurobiólogo, está divorciado sin hijos, vivió seis años y medio en Barcelona, cuenta con un doctorado y un post doctorado y es vecino de Boedo. También podría decirse que se fue tras esa incierta promesa de trabajo, cuando expiró su contrato laboral en Buenos Aires. Que marchó con una computadora, una mochila, un bolso de mano que en algún punto de Centroamérica le fue arrebatado, y no mucho más.
En una mezcla de bitácora de viajes e historias de vida, el libro (Parte de Existencia) transcurre entre selvas tupidas y tierras yermas, olas violentas y playas de postal. Atraviesa comunidades hippies, comunidades menonitas, comunidades indígenas y comunidades marginada. Se encuentra con buscadores de tesoros, chamanes o niños huicholes que consumen plantas alucinógenas.También con estafadores, contrabandistas y, cómo no, entrañables compañeros de ruta. Y lo retrata desde la prosa despojada y analítica de un científico.
"Creo que lo más me atrajo del viaje fueron aquellos lugares y poblaciones que viven totalmente aislados del mundo, aunque parezca una utopía", dice Julián, al traer el ejemplo del Kuna Yala (territorio autónomo o comarca en Panamá, habitada por el pueblo indígena Kuna) y el Alto Orinoco, en el Amazonas venezolano.
"También me gustó mucho Bolivia (país al que ya fue seis veces) y Guatemala (si bien se llevó un susto en la ciudad capital, no se detiene en aquellos "pormenores"). Al ser países baratos, tenés la posibilidad de viajar en forma experimental, más libertad de jugártela y de recorrer lugares auténticos".
Entre tantas anécdotas, momentos de soledad y vivencias compartidas, Julián rescata el cambio progresivo en su manera de ver las cosas. "De una mirada más científica terminé con una mirada más intuitiva, más humana", se sincera.
Y así surgió también la idea de escribir el libro, ya que los mails y los posts que iba subiendo a su blog a medida que avanzaba en el mapa, comenzaron a tomar otro color. Tantos fueron los pedidos y sugerencias para que publicara su experiencia, que al final, tras un año de trabajo duro y riguroso, se animó a hacerlo.
¿Qué hace ahora un neurobiólogo amante de los viajes y con un libro recién publicado? "O hago un segundo postgrado o entro a trabajr en investigación", dice.
¿Vendrán más viajes? "Siempre."
El libro es una edición de autor y puede conseguirse escribiendo al blog partedeexistencia.blogspot.com.ar, o a jdealmeida@gmail.com

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