Hoy a la tarde me encuentro con Nicolás en el estudio de mis abogadas.
Finalmente pude convencerlo de que fuera ahí y no en su (aún actual) oficina.
Me parecía HORRENDO hacer la reunión por alimentos (que claro, incluye colegio, vivienda, medicina, etc.) con mi suegro rondando. Me iba a sentir en la jaula de los leones hambrientos.
Hoy es una especia de acuerdo "informal". Es que me parece prudente fijar un número basados medianamente en lo que dicta la ley y no que Nicolás me esté habilitando plata a medida que a él le parece prudente. Yo lo siento como si me fuera "soltando la correa" y me pone muy nerviosa.
Tengo un número calculado con mis queridísimas letradas que sé positivamente, será rechazado de cuajo por N y sus secuaces.
Qué momento tan desagradable, por favor.
Ni les cuento, que esto suceda sólo un día después de que me llamara y me dijera, en un brotecito de ira porque yo osé remarcarle que sus hijos los extrañan, que no entiende en qué pensaba el día que formó una familia conmigo.
Sí, eso me dijo ayer al mediodía y por eso me pasé la tarde y noche, hundida en mi cama, moqueando.
Sí, al otro día de eso, tengo que juntarme con él a ponerme de acuerdo. No concibo la idea de conciliación en este momento.
El mismo hombre que hace menos de un año me propuso que agrandáramos la familia, hoy no entiende siquiera por qué se acercó a mí.
El mismo tipo.
El mismo infeliz.