Publicado por Silvia
En general, con Silvio tenemos muchas coincidencias en gustos cinematográficos. Y también en fanatismo con actores. Ahora somos fanáticos del gordito de Superbad, Jonah Hill, y buscamos y vemos todas sus películas (aviso que están dando en i-sat Forgetting Sarah Marshall, donde él hace en un momento una imitación desopilante del acento inglés, entre otras cosas).
Peeeero, como siempre y saludablemente, tenemos una diferencia infranqueable, un género en el que no transamos: los musicales.
A mí me gustan mucho las películas y obras de teatro musicales. Él, en cambio, es inconmovible, y hasta le dan un poco de vergüenza ajena con esa cosa forzada de interrumpir un diálogo para de repente salir con una canción. A mi también me parece forzado, pero eso me gusta. Escribo eso y al toque se me vienen los Oompa Loompa cantando acerca de la nenita insufrible en la Fábrica de Chocolate. Irresistibles. Lo mismo con Hairspray: graciosa, potente, todo. Yo ya dejé de insistir. Si quiero ver una película con música, por más canchero y avant garde que sea su autor, la veo sola... porque en el mejor de los casos Silvio me dirá: "sí, me gustó, lástima las canciones". La única excepción para Silvio es Todos dicen te quiero, de Woody Allen.
Y con el teatro, ni hablar. A excepción de algunos musicales argentinos más pequeños que hasta le simpatizaron (muy levemente y quizás porque no tenían mucha música), Silvio se opone al grueso del género.
Ahora tengo mis entradas para ver Mamma Mia, un musical con canciones de Abba al que le tengo ganas. No voy a reproducir la frase que me dijo cuando, en un acto reflejo (porque realmente ya había dejado de preguntarle), le ofrecí venir conmigo. Solo diré que voy a ir con una amiga. ¡Buen fin de semana!