Cosas que detesto para empezar el día.
Volcarme el café en el edredón blanco recién lavado a las 7.10am y tener que meterlo nuevamente en el lavarropas a las 7.30. ¿Alguien vio algo más incómodo de sacar de su funda que un edredón? No quiero pensar en volver a enfundarlo. Me juré y perjuré que no se desayunaba más en la cama ni se hacía nada que no fuese dormir, ver tele (y otros entretenimientos más estimulantes) el día que lo compré. Allá van mis promesas. Jamás debería haberme engañado con que mi torpeza no es nociva.
Que no me funcione Pagomiscuentas y que me estén por cortar Edenor y el teléfono y correr al Rapipago más cercano o esperar al medio día y hacer la cola de tu vida.
Que el primer mail de la mañana empiece "Estuvimos viendo la propuesta con la gente de Marketing y lamentablemente..." y saber que todo vuelve a foja cero. Un revés profesional.
Tratar de recordar mis contraseñas de Gmail, Hotmail, Yahoo, compu Agencia, compu casa, Banelco, online Banking, Facebook, contestador automático, usuario de bancos de imágenes varios, usuario de Paypal, y volcar. Tengo más de 29 contraseñas. Me acaban de recomendar http://lastpass.com/ por lo menos para administrar las de Internet. Una sola para todos los sitios. Una maravilla; se las hago extensiva.
Llegar a la parada sin monedas y venir posponiendo la sacada del SUBE por meses. Buscar un kiosco que me cambie, no encontrarlo, pagar una fortuna en taxi. ¿Qué me puede llevar? ¿Diez minutos y $100? Evidentemente me gusta sufrir.
Haberme vestido con suéter con polera para este divino día primaveral y abanicarme como una menopáusica con un Powepoint impreso durante toda la mañana.
Vamos nena, que es martes.