Todo podria resumirse en un "salimos poco. Anduvimos por la calle abrazados como dos adolescentes", pero no voy a resumir tanto, no no. Vamos a los detalles.
Llegamos el viernes a la noche, estaba fresco y el apart era soñado.
Comimos afuera y volvimos rápido. El sábado llovió así que sólo salimos para tomar un cafe a la tarde. A la noche, el señor Cariló cocinó arroz con mariscos.
Todo el fin de semana fue como una hipnosis, como un pequeño mundo paralelo que solo se vio interrumpido en los momentos en los que silenciosamente extrañé a mis tres chicos.
Llegamos ayer a la tarde y al despedirnos en el auto, en la puerta de lo de mis viejos, me dijo "podria vivir toda mi vida así".
Me bajé en una nube rosa con voladitos y broderie.
Al rato llegó Nicolás a dejar a los chicos. Lo único que dijo fue: así que con tu novio en Cariló, eh?
Nada me afecta. En este momento de mi vida estoy más cerca de la felicidad que nunca.
Y estoy muy agradecida.