MINA CLAVERO.- Llegué a la largada cuando anochecía, con el equipo completo junto a otros 150 corredores de la Argentina, Brasil y Uruguay, que al final de la cuenta regresiva nos lanzamos a toda marcha en busca de la cumbre prometida.
Enseguida me ubiqué en el pelotón de retaguardia, mientras ascendíamos por antiguos caminos de ripio hacia el Puente del Cura, donde se desvía una huella 4x4 poco marcada que conducía al PC1, sobre la quebrada del arroyo San Lorenzo. Para entonces había caído la noche y marchábamos con las linternas frontales encendidas.
Conquista tu cumbre es una carrera de expedición y autosuficiencia que, en esta nueva edición que se realizó hace 15 días, consistió en remontar un trekking de montaña a lo largo de 100 kilómetros por el valle de Traslasierra, región natural de la provincia de Córdoba, al oeste de las Sierras Grandes.
Una de las características más interesantes de este tipo de carreras es que no existe un camino predeterminado para seguir, sino que cada equipo o corredor individual debe buscar por sus propios medios la mejor manera de navegar el terreno para acceder a los puestos de control (PC) con la ayuda de una carta topográfica, brújula o GPS.
Es decir, que además de la exigencia física, la competencia requiere ductilidad para orientarse a campo traviesa y avanzar tanto de día como de noche, por paisajes inexplorados por el turismo convencional.
Esta vuelta el circuito planteó una combinación de recorridos muy técnicos por zonas casi vírgenes. Además preveía el ascenso a cuarto cumbres para alcanzar la cumbre máxima en el cerro de Los Gigantes, una serie de afloraciones rocosas para subir mediante técnicas de escalada con cuerdas, hasta alcanzar los 2400 metros.
Después de recuperar el aliento ubicamos el mapa nuevamente para marcar el rumbo hacia el PC 2 y partimos. La carrera recién empezaba, y los primeros pasos eran muy importantes para adaptarse al peso de la mochila y encontrar un ritmo de carrera que pudiéramos sostener con el tiempo. Además, ya contaba con dos socios que caminarían a la par mía casi toda la carrera, Maxi y Germán. Con ellos improvisamos un equipo a fuerza de camaradería, aunque todos corríamos en categoría individual.
La hoja de ruta señalaba la posibilidad de un stop para descansar en el PC 3, que enseguida se transformó en mi primera meta, considerando que era el único lugar para refugiarse.
El camino al PC 1 fue accesible y bastante plano, aunque empezó a ponerse más exigente hacia el PC 2, que se iniciaba con un ascenso durito hacia el Oeste, siempre a campo traviesa hasta volver a conectar el viejo camino de las Altas Cumbres, un tramo de mucho ascenso hasta que desvía a un puesto serrano llamado La Mesilla, donde se encontraba el PC2.
Sueño interrumpido
Llegamos al PC 3 pasadas las 4 de la mañana. Había mucha gente durmiendo por la zona y nos tiramos con las bolsas dentro de un pequeño refugio que parecía la parada de un colectivo local, con la intención de dormir hasta las 6. Sin embargo, a la hora nos despertó el responsable del PC. Venían nubes del Este, había altas probabilidades de niebla y se anunciaba mal clima para las horas venideras. "Si no salen inmediatamente deben abandonar", fue el ultimátum. Así que con frío, cansados y de muy pésimo humor, nos levantamos y emprendimos el duro camino hacia el PC 4, PC 5 y PC6, donde recién podríamos volver a descansar unas horas.
Enseguida subimos por el camino viejo hasta los 2100 metros, y después de salir a una ruta de asfalto iniciamos una de las etapas más difíciles de la carrera, a través de profundas quebradas y un terreno sembrado de grandes piedras (mogotes). Fueron unos 14 kilómetros hacia el Norte, hasta llegar a el hogar escuela Fray José María Liqueño pasadas las 14.30, donde recibimos un plato caliente de tallarines con salsa. La escuela estaba bastante concurrida, había varios equipos descansando, algunos esperando transporte para volver a Mina Clavero y otros viendo de encarar los próximos PC para finalizar en el 13. Muchos como nosotros irían directamente al 13, uno de los PC designados por la organización como punto de autoevacuación en caso de querer abandonar.
Nosotros llegamos con la idea de dormir allí unas horas, pero una vez más, la organización nos advirtió que ese PC estaba por cerrar y debíamos dirigirnos hacia la Posada del Quenti, a 13 kilómetros, donde finalmente podríamos tirarnos a dormir con nuestras bolsas.
En busca de la cumbre
Por su parte, los corredores que iban en punta seguían hacia el Norte 17 kilómetros en busca de la cumbre de Los Gigantes, pero al llegar al PC 8 se encontraron con una zona muy húmeda y cubierta por una niebla espesa que no permitía ver las cumbres. Finalmente, por seguridad, no se permitió el ascenso y comenzaron el regreso por otros PC para culminar la etapa en La Posta del Quenti.
Me fui a dormir a la bolsa con el rugido de una lluvia torrencial. Antes de acostarme pensé que ése sería el fin de mi carrera, tal cual se lo comuniqué a mis compañeros, Germán y Maxi, cuando me despertaron 6 horas después, a las 2 del domingo, con la firme intención de volver a la ruta. El aliento de mis compañeros me hizo cambiar de idea enseguida, sobre todo cuando escuché que el chubasco había pasado y afuera el cielo estaba estrellado. Salimos 3.15 rumbo al PC 14 y caminamos algunos kilómetros por una ruta de asfalto hasta un desvío a campo traviesa. Al llegar al PC 14 nos dieron indicaciones para encontrar una nueva senda, y tras una navegación sin sobresaltos llegamos rápido al PC 15. De ahí decidimos hacer un rodeo por un camino de ripio hasta el balneario La Toma, para encarar el PC 17 y luego dirigirnos hacia la meta final.
El último tramo lo hicimos a orillas del río Mina Clavero, una travesía que nos condujo hasta el arco de llegada pasadas las 14.30 del domingo. Si bien no habíamos completado el total del recorrido -y debimos penalizar puntos por aquellos PC a los cuales no accedimos-, finalmente cubrimos poco más de 90 kilómetros de trekking de montaña en 42 horas de carrera, para ubicarnos en el puesto 37 del ranking general. En cualquier caso, una experiencia espiritual y muy reveladora.
Alejandro Rapetti