Mi madre es una señora, con todas las letras.
Además de educadísima y distinguida, tiene el mejor gusto que yo haya conocido.
Se viste maravillosamente y no hay día en el que no esté impecable.
Sus carteras son mi debilidad, pero no sólo el "recipiente" en sí, sino lo que contienen y cómo están ordenadas por dentro.
Nunca vi a mi madre despeinada.
La he visto, sí, recién levantada, con los ojos achinadísimos y más azules que en cualquier otro momento del día, pero siempre con el pelo lacio inmaculado. Tan lacio y pesado que no se despeina.
Mi madre se casó muy joven con el hijo de quien había sido su vecino durante toda su vida.
Vieron que hay vecinos con los que todo bien y vecinos con los que todo mal?. Bueno, mi abuelo materno opinaba que el de al lado de su casa para la derecha, era de los que todo mal.
Mamá, se ve, creía lo contrario.
Y se casó, con el hijo del "anarquista" (así lo había bautizado mi abuela, dado que este hombre era miembro del PC. JA!!!).
Bueno, nada, la historia, luego, fue de lo más normal.
Tuvieron a sus hijas y las educaron lo mejor que pudieron.
Pero claro. Mi abuelo anarquista trató por todos los medios de que nosotras nos "pareciéramos" a su lado. Y mi abuelo oligarca hizo lo mismo pero para el suyo.
Y así salimos nosotras.
Así salí yo.
Está bueno conocer la historia de uno mismo.
En los detalles del pasado, muchas veces encuentro la respuesta a las preguntas del presente.