"Te puedo pedir un favor?!", me gritó un chico subido a un monociclo, haciendo equilibrio en plena plaza. "Pero claro", pensé para mis adentros y asentí con la cabeza. Y entonces él continuó: "Por favor, no me llames más, lo nuestro ya fue, no me sigas llamando a las 3 de la mañana."
Me estaba jodiendo, sí. Como soy lenta, tardé un par de segundos en caer y cuando caí, tardé otro par extra en darme cuenta que esa joda estaba siendo un piropo, a su manera.
La primera reacción de mina entre tímida y pseudo-fastidiada fue quitarle la vista. Pero luego lo ví ahí arriba, todo pintarrajeado, sonriente, esmerándose para piropear con relativa gracia, y no pude evitar seguirle el juego, como dándole crédito. "Bueno, bueno, está bien, no te llamo más, te lo prometo".
Y seguí caminando.
Con una sonrisita tonta hacia adentro, preguntándome a mí misma: ¿hace cuánto que no te piropeaban?!
Cuando le conté el pequeño episodio a mi marido, me dijo: "¡Pero si yo te piropeo todo el tiempo!" Jaja... Sí, lo sé, no es que lo pase por alto NI MUCHO MENOS, pero es linda y DISTINTA la sola sensación de sentirse atractivo para el sexo opuesto. Además del propio compañero, sí, ANTE TODO, desde luego.
No es histeria ni aires de adolescencia (¿o sí?!), sino que después de 3 años en los que mi cuerpo y mi erotismo estuvo muy hacia adentro, o al servicio de mis hijas, de dar el pecho, quizás, sólo quizás, me esté picando el bichito de esa otra feminidad (de volver a sentirme lo que algunos llaman "femenina").*
Y lejos de querer convertirme en un típico objeto de deseo a los ojos de ellos, lejos de darle mucha bola a cualquier estereotipo, reivindico como sano y natural ese coqueteo entre géneros. ¿No les parece a Uds.?
¿Cuánto se bancan que las piropeen? ¿Cuáles piropos les agradan y cuáles rechazan? ¿Cuánto se permiten coquetear con los hombres en general (más allá de los novios/maridos)? ¿Cuál es límite tolerable (no histérico), cuando uno está comprometido? ¿Se bancan que sus parejas piropeen o hablen babosamente de otras mujeres?!!
* Uso comillas porque, paradójicamente, nunca me sentí tan mujer como en esta época, a partir de mi marido y de ellas.
PD: Ilustración de Paula Herrera
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