Cosecharás tu siembra

27 de julio de 2010 • 11:43

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En este caso, la ingesta ininterrumpida de pizzas y cervezas. Me prometí que si no hacía una temperatura polar (cosa que compruebo va a ser así) saldría a correr esta noche. Acá estoy, espiando el bolsito con las zapatillas que tengo abajo del escritorio y mirando el cielo bien celeste desde de mi ventana. Sueño con que la próxima vez que lo mire va a estar lleno de nubes grises gigantes que se mueven rápido como en algún tipo de presagio apocalíptico.

Apocalíptico para mi culo, claro está.

Más allá de la meteorología o el posible fin del mundo, hoy corro.

Me llama Luz a primer hora a la agencia; mis amigas son incomprensibles, ayer hablé con ella antes de irme a dormir.

-Nena, sos la última persona con la que hablo antes de dormirme y la primera cuando me despierto. ¿Qué pasa?

-Nada, el estudio es un embole. Con la feria no pasa nada pero hoy tuve que venir igual a buscar unos papeles... che, ¿qué onda el veterano, te volvió a llamar?

-Desde anoche a las 11.22 pm en que cortamos hasta ahora, siendo las 9.46 am no, no llamó, Luz. Ni el ni nadie. De hecho no pasó absolutamente nada en mi vida en estas horas. Me lavé los dientes, soñé cosas raras, tomé un café con leche...

Luz tiene esas cosas, las preguntas desatinadas en momentos ridículos. No, el veterano no llamó y a pesar de que no sé si hubiese vuelto a salir con el, admito que es raro, que una no se banca demasiado esas cosas, como si todos debiesen caer naturalmente a mis pies. Ilusa egocéntrica, eso soy.

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