Este finde fue creativo por muchos motivos: nos dimos un baño de inmersión con jabón líquido de eucalipto, dormimos con una cebolla -cortada al medio- debajo de la cama, almorzamos con mi hermano Nico y mi sobrina-ahijada (Isabel) y cambiamos todas (más de veinte) las lamparitas de la casa.
Nada de esto parece ni muy glamoroso ni muy adrenalínico en sí mismo, pero créanme que fue apasionante hacerlo, sólo por ser "nuevo" y justo lo necesario para el momento.
Como siempre, para que "lo nuevo" tenga espacio, hubo que desactivar el piloto automático. Es gratificante saber que la inercia es menos fuerte que las ganas de seguir "viviendo", investigando en-el-tiempo. Investigar, ¡cómo me identifico con este verbo! Si alguien hoy me preguntara a qué me dedico o qué quiero, sí, respondería sin más: me dedico a investigar. No sé a ciencia cierta qué significa, pero sin dudas tiene que ver con una actitud de enorme apertura y flexibilidad. Una actitud disponible para actuar. Una actitud que se anima.
Animarse, otra energía que celebro. Asumir riesgos, no al cuete ni perjudiciales para mi psique o mi cuerpo. Riesgos más auténticos. Siempre es mucho más jugado, por ejemplo, expresarle a un ser querido una verdad vieja, o un dolor encapsulado en el tiempo, que fumarse algo y olvidarse de uno mismo un rato. (Esto es fácil decirlo habiéndolo pasado).
Animarse es conectar con nuestra ANIMA (alma) y decodificándola, dar el salto. Amigándonos con el vértigo irrenunciable de no saber lo que sigue más tarde.
¿Cuánto sienten Uds. que se han "animado"? Yo di varios volantazos en mis 30 años. ¿Uds. en qué ocasiones sienten que se han jugado? ¿Qué se animaron a hacer, decir, soltar, renunciar, gritar, declarar algo, aun con un poco de miedo, pero a sabiendas de que era "lo correcto"?
PD: Como verán, estoy preparando el terreno para un cambio.
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