
De los museos a los fiordos, city tour por Oslo
En bicicleta o a pie, un recorrido que invita a perderse por las calles y a disfrutar de la amabilidad de sus habitantes
9 de septiembre de 2012
OSLO.– Nada en esta ciudad parece estridente. Ni los autos ni las personas. El concepto de lujo está puesto en el confort. La capital y la ciudad más grande de Noruega es, además, una de las urbes más verdes y ecológicas del mundo; el noruego ama la naturaleza. Atractiva a primera vista, difícil no disfrutar de la amabilidad de sus habitantes. Ante cada pregunta de un turista parece siempre haber un noruego dispuesto a detenerse y tomarse el trabajo de dar una explicación.
El mejor momento para visitar Noruega es durante los meses de primavera y verano europeo, ya que no hace frío ni tampoco demasiado calor, al menos para lo que nosotros estamos acostumbrados. Además hay luz hasta altas horas de la noche.
El aeropuerto está a unos cuarenta y cinco minutos del centro (llama la atención que la línea noruega de aviación ostente una foto de la reina en la cola de sus aviones).
Una vez en el hotel, mapa en mano, hay que salir a la calle con permiso para perderse por los grandes parques y avenidas. Si uno tiene claro en el planito el nombre y la calle de su hotel, nada importa...
Primer paso, cambiar euros por coronas noruegas. Es útil comprar en una Oficina de Turismo el Oslo Pass (a 45 euros, aproximadamente) que sirve para todos los transportes públicos por tres días, y ofrece descuentos en los principales museos.
Entre otros paseos es imprescindible subirse a un barquito para descubrir desde el agua los alrededores de Oslo, los lugares de fin de semana de los noruegos y ubicar los puntos turísticos más interesantes. Una guía explica en varios idiomas cada lugar por donde se pasa. Otra opción interesante es el bus Hop-On/Hop-Off, que hace un recorrido por la ciudad y uno puede bajarse en cada parada, visitarla y tomar el bus siguiente que pasa cada quince minutos.
Más recomendable aún es pasear por la ciudad en una bicicleta, que se puede obtener con sólo colocar una moneda de 20 coronas noruegas en los candados de los bicicleteros de tantas esquinas. Al devolver el rodado, la moneda se recupera.
Segunda etapa: tomar Karl Johans Gate, que es la avenida principal y el punto para llegar por una parte hasta el Palacio Real. Una zona grata para pasear y comer algo es la Bygdøy allé, detrás del palacio.
Luego, hacia el sur hasta el puerto. A fuerza de comparar podríamos decir que este lugar es una especie de Puerto Madero, lleno de restaurantes, negocios, edificios lujosos muy modernos y por donde circula gente continuamente. En verano se arma un escenario donde hay recitales. Y en el mismo paseo uno se encuentra con un grupo de lugareños bailando con un equipo portátil de música. Allí también se ven barcos de todos los tamaños, ya que los noruegos son navegantes.
En la zona del puerto está el Museo Nobel de la Paz. Lo atienden jóvenes que explican el sentido del premio y los méritos de sus ganadores. La escenografía es conmovedora. Es un lugar oscuro sólo iluminado por pequeñas luces símil velas con cada nombre e historia de los premiados. Allí esta nuestro Adolfo Pérez Esquivel. En mi caso coincidí con la llegada de Aung San Suu Kyi, la luchadora birmana ganadora de este premio hace 21 años, que como estaba presa recién ahora lo fue a recibir personalmente.
En el tour urbano se puede detener la marcha en cualquier café y tomar dos gaseosas o dos cafés por 60 coronas noruegas. Una comida a la noche con vino en Theatre Café, frente al Teatro Nacional, un lugar clásico, con una decoración de belle époque, o en un lugar similar para dos personas puede llegar a mil coronas. Claro que siempre hay opciones de bares y de comidas rápidas económicas, incluidas algunas de las norteamericanas más globalizadas.
El grito , de Munch
Tercera etapa: hay centenares de museos y galerías en Oslo, por lo tanto se debe elegir. En lo personal mi elección fue la Galería Nacional, que incluye pintores europeos como Van Gogh, Goya, Picasso e instalaciones más modernas. Pero merece un capítulo aparte la sala dedicada a Edvard Munch, no sólo porque allí se encuentra su célebre Grito, sino porque hay colgada una secuencia de la adolescencia y la enfermedad del artista que conmueve hasta las lágrimas. Y no es una metáfora. He visto allí gente de todas las edades y nacionalidades con lágrimas en los ojos.
El edificio de la Nueva Opera es un desafío a la imaginación. Diseñada por el estudio Snohetta, al borde del fiordo de Oslo e inaugurada en 2008, es toda de vidrio y se accede a través del techo.
Oslo no es un centro mundial de compras, pero vale mencionar que hay shoppings lujosos y caros, y negocios de marcas internacionales en las zonas comerciales. Para mí, los lugarcitos más atractivos son los negocios de los museos y de las galerías de arte, donde siempre hay un café por donde circula gente joven e interesante.
Cuarta etapa: si después de desayunar en forma abundante en el hotel (suelen servir tostadas, medialunas y fiambres; ni hablar del salmón ahumado y el arenque marinado) tiene la suerte de que el día esté agradable, otra vez no olvide un buen calzado, un saco por si refresca y diríjase al Parque Vigeland. La entrada es libre y gratuita. Está en el extremo oeste de la ciudad y visitarlo es una experiencia entrañable. Hay esculturas en distintos lugares del parque, la mayoría de Gustav Vigeland,(1869-1943), que esculpió la mayoría de su obra en granito y bronce. Este artista entrelaza figuras de hombres y mujeres. En lo más alto del parque se encuentra la Fuente, un bloque monolítico formado por 121 figuras entrelazadas. Y si se quedó con ganas de conocer más, visite la casa-taller de Vigeland, a unas pocas cuadras del parque.
Desde la Argentina, viajar a Dinamarca, Noruega o Suecia es tan poco frecuente como interesante. Son países con monarquías parlamentarias y gobiernos socialdemócratas, lo que quiere decir que el estado de bienestar de la población es el valor fundamental, y se nota. Son destinos caros, pero si se sabe aprovechar, finalmente el costo beneficio da un resultado satisfactorio.
DATOS UTILES
Cómo llegar: por las principales aerolíneas europeas, a partir de US$ 2000 (con impuestos), desde Buenos Aires.
Fiesta Nacional del Pueblo Sami: se celebra cada 6 de febrero, cuando miembros de este antiguo pueblo de Laponia llegan a la ciudad para instalar sus mercados con comidas y bebidas típicas.
Moneda : corona noruega (Kr) US$ 1= 5,80 Kr. Algunos precios: Café y Coca, Kr 35 c/u. Viaje en bus, Kr 50. Tren del aeropuerto al centro, 175 Kr; alquiler anual de bici, Kr 60. Se puede usar 3 horas por vez.
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