En el post de hoy todo es "gran" y "grande". Ayer fue un día de esos intensos de trabajo que te dejan muy cansada, pero feliz. Una gran jornada: sólo diez fotos, pero cada una con muchísima producción previa y hacerlas nos llevó casi todo el día. Se trata de una campaña para una gran marca de ropa europea sobre la que no puedo darles más detalles. Me encantaría, pero me matan. Sí compartir con ustedes que estoy muy feliz.
Trabajé con el gran fotógrafo Steve Hiett, un genio. Antes había hecho Vogue Italia junto a él y fue un encanto, así que me quedaba una linda sensación de su profesionalismo y humanidad. De esas personas con las que trabajar se vuelve un juego divertido y aunque se trata de ambientes de suma exigencia, sobrevuela un clima muy agradable. Te concentrás mucho más en no fallar porque sabés que todos le están poniendo pasión para que salga impecable.
Arrancamos al alba, aún era de noche en París y el frío pega fuerte desde hace unas semanas. Todo se hizo en su estudio, en el barrio 19e. Apenas llegué, Steve me dice: "Sabías que íbamos a shootear en locación, pero lo cambié a mi estudio así que vamos a utilizar las terrazas". Automáticamente se me metió una ráfaga de hielo que me atravesó la columna vertebral. Hacían siete grados y había un viento que te llevaba, de esos que hasta te arrancan las palabras antes de que termines de decirlas. Y, ¡por supuesto que shooteamos colección verano! Pero al margen del frío, los vientos peleadores, la ropa liviana y la alta madrugada que tardaba en despertar, fue un día soñado, todos tan considerados conmigo y Steve veloz como un águila al momento de hacer las fotos. Percibo la seguridad de los grandes cuando se quejan por haber sacado más fotos de las debidas.
La historia que había que contar es sobre una mujer con una fuerte personalidad, profesional y activa, con actitud rock, estilo refinado, ultra femenina. No saben qué lindas quedaron las imágenes... Terminamos a las cuatro de la tarde, otra vez de noche.
Para este tipo de producciones, de grandes marcas, sólo asisten al set las personas necesarias, ni una sola de más. Nada está de más ni debe ser de más. Demasiada gente o personas que no saben para qué están ahí distraen a todos los que estamos trabajando, y una distracción, por más mínima, hace que todo se estire innecesariamente. Si bien ayer no era filmación, no voló ni una mosca, no debía haber ruidos, sólo de vez en cuando las indicaciones del fotógrafo. Así que además de mí sólo estaban el cliente, el director de arte y marketing, el peluquero, las maquilladoras, un diseñador como asistente y el fotógrafo con su equipo.
Desde el minuto cero me enamoré de dos gatitos que había en el estudio. Entonces Steve me cuenta que son del vecino, pero que venían siempre a su casa. Empezó a comprarles comida y de a poco todo lo que fueron necesitando, hasta que se quedaron definitivamente con él, pero siguen siendo de otro dueño. La relación de Steve con los gatitos me hizo pensar en cómo nos llevamos con mis amigas y en todo lo que compartimos, especialmente cuando fuimos más chicas. Me acordé de esas grandes amigas que tengo cuyas familias te abren las puertas, te miman y te hacen sentir como en casa, aunque vos tengas la tuya.
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