Cumplir 30 años es, de algún modo, poner los dos pies en la adultez. Y antes que el dilema de los hijos, aparece sin duda otra pregunta: ¿Qué estatus querés darle a la relación que tenés? Si estás conviviendo, es inevitable pensar en rever el "contrato" de pareja y evaluar la posibilidad (o imposibilidad) de un casamiento. Y si tenés un novio cama afuera, los 30 son un buen momento para animarse a ensayar una vida en común. Para una pareja, no hay instancia más reveladora que el concubinato, y si estás al lado de un tipo inútil, aburrido o egoísta, es mejor enterarte ya (porque todavía estás a tiempo de barajar y dar de nuevo). A veces, estos planteos de estatus ("¿nos casamos?", "¿vivimos juntos?") ni siquiera se hacen explícitamente: uno de los dos va dejando objetos personales a la casa del otro, hasta que finalmente hay una convivencia de hecho. Pero si las cosas no fluyen de ese modo, vale la pena que lo charles y tantees qué tipo de disposición al compromiso tiene el hombre que te acompaña.
Y vos, ¿qué pensás?
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