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 • HISTORICO

Edimburgo, el alma de Escocia

Un paseo por calles zigzagueantes, edificios históricos, pubs y pasajes subterráneos, entre otros hitos de la llamada Atenas del Norte




EDIMBURGO.– Si las Highlands, con sus dramáticos paisajes y castillos de viejos clanes, son el corazón escocés, Glasgow es el centro intelectual y Edimburgo, el alma de un país celoso por su historia y acervo cultural.
El centro de la capital escocesa, llamado Old Town o ciudad vieja, se distingue por sus inusualmente altos edificios góticos, que pueden llegar a 20 pisos y se suceden como la maqueta de un film de Tim Burton. La conservación de este conglomerado medieval le valió a la ciudad la mención de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1995.
Pero la maravilla visual no sería tan grande si la ciudad no estuviera montada sobre una extinguida zona volcánica, geografía que atestiguan sus serpenteantes calles de abruptas subidas y bajadas.
Caminando desde la periférica New Town, construida en el siglo XVIII para descongestionar al centro medieval, la arquitectura georgiana se desenvuelve en círculos; a medida que se avanza en dirección a George Street y St. Andrew Square surge la majestuosa vista de edificios góticos y puntos de referencia como el Balmoral Hotel o el National Monument, una suerte de acrópolis griega que, sumado a los accidentes geográficos, le otorgó a Edimburgo el apodo de la Atenas del Norte.
De golpe, las calles se cortan en una pedregosa ladera y en lo alto puede verse parte del Flodden Wall, el muro defensivo de la vieja ciudad erigida en 1513 para resistir las invasiones inglesas. A escasos metros, moviéndonos hacia Princes Street, con sus shoppings y galerías de arte, el Castillo de Edimburgo se eleva con la imponencia de pocas fortificaciones europeas. De noche, la ciudad enciende las luces al castillo para mostrar la grandeza de su protector, que ha permanecido así, en vigilia, durante más de mil años.
La Royal Mile
En contraste con la cercana Londres, donde la multitud de atractivos se torna inabarcable, Edimburgo concentra su mayor riqueza turística a lo largo de un corredor de cuatro cuadras, sobre las cuales se volvió capital escocesa a fines del siglo XV. Castlehill, Lawnmarket, High Street y Canongate son las calles que componen la Royal Mile, la arteria principal de la vieja ciudad que une el castillo con el Palacio de Holyroodhouse, y cuya longitud de 1814,2 metros ha devenido en una curiosa medida: la milla escocesa.
Antes de recorrer la Royal Mile es interesante hacer un breve paseo por New Town, comenzando por Charlotte Square, una bella plaza rodeada de edificios neoclásicos, siguiendo por la pintoresca Rose Street, repleta de bares y sillas en la senda peatonal, y culminando con el Scott Monument, singular monumento al escritor y político Walter Scott.
No muy lejos de allí se encuentra Castlehill, que conduce al histórico Castillo de Edimburgo. La antesala, Castle Esplanade, es un espacio abierto donde hoy se celebra el Tattoo Festival, y en el pasado se utilizaba como predio para la quema de brujas.
La fortaleza original fue construida en el siglo VI por el rey Edwin, de quien deriva el nombre de la ciudad. Siglos más tarde fue una residencia favorita de los reyes hasta la unificación de la corona británica, en 1603.
Dentro del castillo puede visitarse el palacio en el que María Estuardo dio a luz a James VI, el unificador de las coronas. Allí mismo se exhiben el cetro y la corona de James V, así como la legendaria Stone of Destiny: la roca donde se entronaba a los primeros reyes escoceses, robada por Eduardo I de Inglaterra en 1295 y restituida en 1996 al castillo (aunque deberá retornar a la Abadía de Westminster para la coronación del próximo rey británico).
Retomando Royal Mile, en Lawnmarket se encuentra la mayoría de las casas de regalo, donde puede adquirirse desde bufandas de tartán hasta kilts. Aquí está también Camera Obscura, un viejo observatorio equipado con efectos ópticos, y The Hub, una iglesia convertida en sede del Festival de Edimburgo. Llegando al final de la calle aparecen los peculiares closes, pasajes que van hacia ambos lados de la ciudad siguiendo un modelo de espina de pez.
El siguiente tramo es High Street, quizá la parte más visitada por el turismo debido a su gran cantidad de pubs y por ser epicentro de las celebraciones durante el festival. Pasando Tron Kirk, una iglesia construida en 1630 por presbiterianos disidentes, aparece Canongate, calle que fue burgo independiente hasta 1856. A lo largo de ésta hay pequeños y pintorescos museos, como el Museo de la Infancia (el primero en albergar colecciones de juguetes), la Casa John Knox (el reformador presbiteriano, data de 1450) y el Museo de Edimburgo.
Al finalizar Canongate, el visitante verá a su izquierda un enorme edificio donde funcionó la cárcel de la ciudad; tendrá entonces dos opciones: seguir en dirección al edificio para escalar Calton Hill, el parque público más antiguo de Edimburgo, o seguir por Abbey Strand hacia el Holyroodhouse Palace, otrora residencia de los monarcas escoceses.
El palacio Holyrood, como lo llaman los locales, posee los más exquisitos y austeros interiores; el outdoors de Calton Hill, en cambio, ofrece imágenes impactantes. Allí se hallan dispersas una serie de estructuras simbólicas de la ciudad: el observatorio, la gran acrópolis del National Monument (erigida en memoria de los caídos en las guerras napoleónicas), el monumento a Lord Nelson (una torre de 32 metros con forma de telescopio) y los monumentos a Robert Burns y Dugald Stewart, también modelados a partir de obras atenienses (en estos casos, el prototipo fue el monumento corágico de Lisícrates).
Pero lo que hace de Calton Hill un lugar único en el mundo son sus asombrosas vistas, con bancos esparcidos por todo el parque para deleite de los visitantes. Por el sudeste, puede verse el Old Calton Cemetery, donde descansan notables escoceses como David Hume, escoltado más atrás por el palacio Holyrood y el cerro de Holyrood Park. Por el norte se ven el estuario de Forth y el puerto de Leith; por el sur, la New Town. Y el noroeste ofrece la mejor vista de la ciudad vieja, la misma que cautivó a fotógrafos y pintores por decenios y que al atardecer, con el sol poniéndose detrás del Stewart Monument, entrega la mejor postal para volver del viaje.

GAITEROS A LA GORRA

Los aficionados a los sonidos celtas encontrarán más de una sorpresa en Edimburgo. En la calle es frecuente toparse con gaiteros tocando a la gorra, y en la esquina de 12 Bank Street, a escasos metros de Royal Mile, se encuentra Coda Music, una disquería especializada en folk. Por las noches, casi todos los pubs céntricos tienen música en vivo, pero el mejor es The Royal Oak, en Infirmary Street, a la vuelta de la Universidad de Edimburgo. Su dueño, Colin Paul, puede agarrar la guitarra para entonar alguna balada mientras uno está bebiendo muy cómodo en la barra, y alrededor de las 20.30 empiezan a llegar músicos con guitarras, violines y flautas. Otros pubs recomendables son The Blind Poet, The Captains Bar y Sandy Bell’s, así como Reverie Bar y Empires Café, donde (a diferencia de otros pubs) también hay menú de comidas.

DATOS UTILES

Cómo llegar
Varias aerolíneas europeas (British Airways, Lufthansa, KLM, Iberia, Air France, etcétera) viajan desde Buenos Aires hasta allí, desde US$ 1673 (con impuestos).
Dónde dormir
  • Apex International
Ex edificio universitario transformado en lujoso hotel con excelentes vistas a Grassmarket y el Castillo de Edimburgo. 31-35 Grassmarket.
  • Point. Otrora un depósito, este hotel es hoy uno de los más estilizados y modernos de la ciudad. 34-59 Bread St.
  • The Witchery by the Castle. En pleno espacio donde solían quemarse brujas (de ahí el nombre), este hotel y restaurante está decorado con mobiliario antiguo, grandes sillones de cuero y una atmósfera memorable. Castlehill, Royal Mile.
Dónde comer
  • The Royal McGregor . Cocina escocesa, variedad de whiskies single malt. 154 High Street.
  • Wedgwood . El mejor trato, platos vegetarianos, elegante y romántico; un favorito de Edimburgo. 267 Canongate, Royal Mile.
  • Tipu’s Indian Lounge . Uno de los más antiguos restaurantes de cocina india en Edimburgo. 129 Rose
Street.

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