El delta sumergido

Continué mirando y ya no despegué mis ojos de ese río cambiante que desplegaba su inmensidad hacia el océano. Pocas veces he visto con tanta claridad, tal vez fuera por la hora o el buen tiempo, el delineado de las costas argentina y uruguaya, custodiando esa masa de agua marrón y manchada como la piel de un leopardo. El dibujo perfecto de la bahía de Samborombón, muy verde a pesar de la falta de lluvia. Pero así es nuestro planeta, azul y verde, a pesar de las inundaciones, sequías, desiertos y nieves.

La increíble línea recta que separa el agua dulce del agua salada, la división del río marrón del mar tan azul se extiende desde Punta del Este en un trazado perfecto hasta Punta Rasa, corriéndose a veces y ondulando otras, pero sin salirse de sus límites conformando un equilibrio hídrico en nuestro continente.

El Delta, que a través del tiempo se fue formando por el sedimento arrastrado por el río Paraná y muy poco por el río Uruguay, se extiende hacia la desembocadura en lo que se llama delta sumergido. El delta emergido lo conforman las islas e islotes en la desembocadura de los ríos Paraná y Uruguay, a excepción de la isla Martín García.

Pero este otro delta, formado por la acumulación de sedimento y bancos de arena en el fondo de este río tan poco profundo, es lo que nos permite ver desde el aire las manchas de leopardo de este río color león.

En la Barra del Indio, que se extiende desde Punta Piedras hasta Montevideo, están los últimos bancos en crecimiento. Su poca profundidad, entre los 4 y 18 metros, contribuye a marcar esta diferencia de colores. Luego el marrón es más parejo hasta llegar al límite con el océano en que sus aguas son vertidas en el azul del mar.

En el corto tiempo de vuelo estaba viajando millones de años atrás, imaginando la dinámica de ese delta sumergido y contemplando la evolución de sus islas y bancos que, tal vez, algún día sean islas emergidas en el río color león.