
Los caserones e iglesias coloniales de las empinadas calles del Pelourinho transportan al pasado, a los oscuros tiempos de la esclavitud. Sin ir más lejos, pelourinho es el nombre del pilar sobre el que se castigaba a los esclavos.
Esas casas de tonos amarillos, celestes y rosados, de ventanas simétricos y tejas rojas eran habitadas por las familias aristocráticas hasta fines del siglo XIX, cuando comenzaron a trasladarse hacia barrios como Victoria, con muchos espacios verdes.
El abandono hizo que el centro histórico perdiera belleza y que varias casas acabaran en escombros. En 1992, después de que la Unesco lo declarara Patrimonio de la Humanidad, el gobierno bahiano e instituciones internacionales impulsaron su revitalización.
Hoy, el Pelourinho recobró su fisonomía y es transitado por turistas de todas partes del mundo.
Perderse en el casco histórico es muy simple. Pero con la misma facilidad se descubren rincones encantadores, aromas típicos y personajes novelescos.
La Fundación Casa de Jorge Amado recorre la vida del escritor por medio de fotos, tapas e ilustraciones de sus novelas, que fueron traducidas a más de 52 idiomas.
Por la ventana, se ve la iglesia de Nossa Senhora do Rosário dos Pretos, cuyo rosario negro en la parte inferior de la cúpula simboliza la fe de los esclavos. Ellos construyeron su propio templo cuando las puertas de las otras iglesias les estaban vedadas.
En la puerta del museo se puede probar el acarajé de Angélica, esos bocados fritos en aceite de dendé. Pero estos son especiales, porque Angélica es la hija de Mestre, un amigo y confidente de Amado. Se trataba de un capoeira que conocía muy bien a la gente del Pel y que nutría de historias verídicas al escritor.
Datos útiles
Cómo llegar: el pasaje de ida y vuelta a Salvador cuesta aproximadamente 676 dólares. El 15 de este mes la tarifa ascenderá a 782 y se mantendrá hasta el 4 de febrero.
Alojamiento: una de las áreas convenientes para alojarse es Barra, porque concentra hoteles de nivel y está a 15 minutos en auto del Pelourinho.
- Una habitación doble en un hotel 4 estrellas cuesta desde 80 dólares.
Recomendaciones: para visitar el Pelourinho hay que tomar recaudos esto es circular por calles iluminadas, sin objetos de valor.
Más información:
- Oficina de Turismo de Bahía
- Centro de Convenciones: 55-71-370-8494.
- En el Pelourinho: 55-71-321-2463/2133.
- Embajada de Brasil: Cerrito 1350; 4815-8737/40
Sol, arena y... ¡splash! en las olas del Atlántico
Cerca de la ciudad hay playas para todos
Si bien Salvador es un destino que atrae por su vida cultural, con un clima tan tropical y teniendo en cuenta que la temperatura es de 26 ºC promedio anual, no hay quien se resista a darse una zambullida en el mar.
Las opciones son varias, todo depende de lo que se busque. Hay varias islas para pasar el día, como Itaparica, de Maré o Dos Frades, por mencionar algunas, o bien asistir a la zona de Barra, cuyos paradores ofrecen deliciosos mariscos, cervezas, jugos y la posibilidad de ver la puesta de sol, cuando se esconde en la bahía.
Ala hora de darse un baño y encontrar arenas y aguas más limpias, es preferible viajar hasta el norte de Salvador. A menos de 45 minutos de Barra, las playas de Itapoâ, Pitanga y Flamengo, bañadas por el océano Atlántico ofrecen un escenario más agreste y tranquilo, con todos los servicios.
Los puestos revestidos de paja se encargan de saciar el apetito con sabrosos pescados y frutos de mar, sin olvidar los platos típicos de acarajé, moquecas, choclos calientes y agua de coco.
Una de las bebidas típicas es el caldo de caña. En una máquina prensan la caña varias veces, hasta exprimirle la última gota de jugo. Así, tan dulce como es y con color verdoso como el del mate cocido, vale la pena probarlo, al menos para ver cómo lo preparan. También hay muchos vendedores de queso caliente, que llevan por todas partes un balde cargado de brasas. El palito con queso parrillero parece, a lo lejos, un helado, que luego terminada dorándose para ser vendido por menos de un real.
El ambiente playero es más bien relajado, aunque los bahianos no estén un segundo sentados en sus reposeras. Muchos practican surf, a pesar de la poca fuerza de las olas, juegan a las paletas y caminan por la orilla.
Un clásico en las mesas son los camarones a la milanesa y las lulas (rabas) fritas acompañadas con cerveza bien fría. Al atardecer, la playa se despeja, porque los bahianos levantan la sombrilla muy temprano y sólo quedan algunas parejas de enamorados.
SEGUIR LEYENDO


MasterChef Argentina: el paso a paso para hacer la receta del risotto

De guacamole a chile: glosario de picores de la comida mexicana

Cómo fue mudarse en familia a Sevilla: los imperdibles para recorrerla
por Connie Llompart Laigle

Receta en 10 minutos: frittata de brócoli
por Anita Ortuño
