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 • HISTORICO

El placer de estar en otro lado




Debo comenzar por admitir, con algo de vergüenza, que ya no me gusta tanto viajar.
Me incomodan los aviones y, sobre todo, los aeropuertos, a pesar de que el tránsito regular por los shoppings constituye el mejor entrenamiento para soportarlos. En cambio me gusta, cada vez más e ironías aparte, estar en otro lado, para conocer otra gente, otros museos, otras calles, otros cafés, otros olores y otras librerías, si son de viejo, mejor.
Me olvidé de mencionar los quioscos de diarios y revistas. Por mi profesión, el periodismo, la lectura de los periódicos en su doble aspecto editorial y publicitario fue y sigue siendo uno de los mayores encantos de visitar otros lugares.
Durante más de una década, una de mis obligaciones como director de la revista Mercado y representante en el país del Festival Clio, fue asistir en junio a la premiére mundial de los premios que se realizaba en Nueva York. Pasaba allí una semana, que aprovechaba para entrevistar a los monstruos sagrados de la publicidad y el management: Peter Drucker, Jerry Della Femina, George Lois, Vance Packard, entre otros.
Este trajín hizo que Nueva York haya quedado en mis recuerdos estrechamente ligada con el trabajo. Durante el día tenía que concentrarme prácticamente en una sola arteria: Madison Avenue, la calle de la publicidad, de las agencias y de los medios, y por las noches el imán era Broadway.

Té para dos

Pero quedaba un amplio lugar para la nostalgia. Solía parar en el Shorehan, un hotel que estaba enfrente de la academia de baile de Fred Astaire, uno de los ídolos de mi juventud. Otra vez mi esposa y yo nos alojamos en el Mayflower, donde una placa informa que allí Youmans compuso Té para dos .
Durante una de mis visitas, no pude resistir la tentación de ir al teatro a ver a la todavía lozana Alexis Smith, abnegada compañera de Errol Flynn en varias películas de aventuras y en una ocasión que tuve que cubrir las campañas políticas, otra de mis especialidades, asistí a un mitin en la zona de las tiendas, cuyo orador principal fue Paul Newman. Pero ni siquiera él pudo con Reagan.

Entrevistas y consejos

Nueva York, a fines de los años 60 y principios de los 70, tenía zonas soleadas, de edificios bajos y con apariencia provinciana. Vance Packard, el autor de Las formas ocultas de la propaganda , durante una entrevista que me concedió en las oficinas de su editor, me recomendó la lectura de un artículo que había publicado, algunos años atrás, en Playboy. "¿Pero dónde puedo encontrarlo?", le pregunté. "Si no quiere caminar mucho, aquí cerca, en un negocio de revistas viejas." Pero, ¿existía un lugar así, en plena Nueva York y en un país donde se tiran, no digamos los periódicos del día de ayer, sino los automóviles y las heladeras del año anterior?
Tenía serias dudas, pero fui. La tienda en cuestión abría a la calle en un edificio de dos plantas, muy antiguo, en la Segunda Avenida. El lugar se parecía más a un barrio de Madrid o Buenos Aires que la imagen típica de Nueva York.
La publicidad es uno de los detonantes principales de mis viajes. No había oído hablar del Museo del Afiche, de París, hasta que un día me topé con él en su primer emplazamiento, una vieja fábrica de mayólicas. Tuve mucha suerte, porque mi visita coincidió con una muestra dedicada a la obra publicitaria de Magritte, uno de mis plásticos favoritos.

Los museos

Con el tiempo, uno va desarrollando otra manera de viajar y de conocer los lugares que visita. A mi esposa y a mí nos gusta ahora no atenernos a agendas cerradas, esas que obligan a ir a Toledo si es martes y recorrer de punta a punta El Prado si es viernes.
Cuando tenemos ganas de ir a El Prado nos concentramos en un solo artista y a veces en una sola obra. Podemos estar media hora contemplando Las Meninas , de Velázquez.
Los museos muy grandes me apabullan y creo que lo mismo le pasa a la mayoría de la gente, aunque todavía puedo resistir sin mayor esfuerzo la tentación de comprar las reproducciones de los cuadros, en la tienda de la entrada, antes de paladear los originales para lo cual, obviamente, se paga la entrada.
El autor es periodista, especialista en Comunicación

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