El vecinito es de recuperación rápida, parece un rayo. Anoche me lo encuentro entrando al departamento todo acaramelado con minita nueva. En este caso nada virtual, todo carne y hueso. Mucha carne, de hecho. Me saludó formalmente, muy formalmente y compartimos un raro viaje en ascensor juntos los tres: el, ella y yo. Con el costadito del ojo los agarré haciéndose mimitos con las manos.
No es que el señor prefiera la virtualidad en sí se ve, tengo que concluir que la prefirió conmigo.
Un amante virtual, otro amante amante. Este año no está arrancando bien y yo soy tan supersticiosa que me creo que lo arranca mal, termina igual.
Me tengo que tomar las pastillitas verdes, las de la esperanza y la buena onda. ¿Alguien sabe dónde las venden?