Los anuncios en los aviones terminan formando parte del sonido ambiente en la cabina. Las características del vuelo, las indicaciones de seguridad y otros avisos por el estilo, repetidos mil veces en una locución monocorde, acaban por cumplir involuntariamente la función de relajar y hasta, en algún caso un poco extremo, dormir a algún pasajero.
Lo saben los viajeros y lo saben las tripulaciones. Pero no por eso unos dejan de cumplir con el protocolo establecido ni los otros, el público (al fin y al cabo van sentados como en una platea frente a un show), dejan de comportarse o abuchean a los performers.
Este concepto de espectáculo aplicado al viaje en avión puede sonar exagerado, pero no es ninguna originalidad. Porque la verdad es que, cada tanto, algún tripulante inspirado sorprende a la audiencia con una exhibición de talento fuera de programa.
Como el comandante de a bordo argentino que, en vuelos de una aerolínea norteamericana Buenos Aires-Miami, suele bromear por los parlantes de la nave acerca del movimiento de sus compañeros de equipo, con salidas como ¡al fin la señorita se acordó de traer el café!, ante las risas de toda la clase turista y las caras de situación de los aludidos. Poco ortodoxo, seguramente, pero nadie negaría que le pone algo de color a tantas horas en el aire.
Además, lo del argentino no es nada comparado con las azafatas de la aerolínea filipina Cebu Pacific. En septiembre último, las chicas en un vuelo de esta compañía hicieron su rutina de instrucciones de seguridad cantando y bailando al ritmo de hits de Lady Gaga y Katy Perry.
En YouTube, el video de la coreografía tuvo cientos de miles de vistas, lo que parece haber entusiasmado a la gente de marketing de Cebu, que ahora hace danzar a bordo también a sus empleados masculinos. Basta con escribir Cebu Pacific en la ventana del sitio de videos para encontrar docenas de clips, incluso de los ensayos del personal.
No son situaciones que se den sólo en aeropuertos y cielos lejanos. También América latina tiene lo suyo en materia de excentricidades a bordo. Y en esta categoría, el premio mayor, al menos entre los candidatos que me ha tocado conocer, se lo gana la aerolínea colombiana Avianca. En particular, sus vuelos entre Bogotá y Barranquilla durante los días de Carnaval.
Además de la ciudad natal de Shakira, Barranquilla es justamente sede de los más tradicionales Carnavales en Colombia y en el Caribe en general. Y la línea de bandera no es indiferente al clima de festejo. Así, al menos en ediciones anteriores, el breve trayecto de la capital a Barranquilla se amenizaba con, por ejemplo, concursos de chistes entre los pasajeros. Por los parlantes del avión, el comandante de a bordo mencionaba al azar un asiento ("19 F", "32 A") al que luego se le acercaba un micrófono. El elegido decía su chiste y el resto del pasaje debía señalar, con aplausos, al ganador, aunque finalmente las azafatas entregaban gorritas y llaveros de la compañía a todos los participantes. Excepcionalmente se le servía whisky a todo el mundo, sin cargo y con derecho a repetir hasta que el avión aterrizara. Ya en el aeropuerto, la fiesta seguía junto a las cintas de retiro de equipaje, donde un escuadrón de promotoras regalaba cerveza helada.