Hace poco tuve la oportunidad de visitar Bayeux, Francia, primera ciudad liberada por los Aliados en la Segunda Guerra Mundial y donde tuvo lugar el Desembarco de Normandía, principio del fin de la guerra en Europa. Llegamos un día de sol espléndido. Después de varios intentos y con mucha emoción llegamos a Gold Beach (desembarco británico). Gran desilusión: había una pared de niebla espesa. Podía oír las olas, pero no veía absolutamente nada.
Decidimos buscar el cementerio americano. Los jardines son hermosos, perfectamente mantenidos. Hay un sendero que comienza en la puerta y bordea Omaha Beach (lugar del desembarco de los americanos). Detrás de un recodo se ven las parcelas con las cruces blancas (o estrellas de David, según el caso), todas iguales, dispuestas de forma tal que no importan donde uno se pare, siempre se ven líneas rectas (horizontales, verticales o diagonales). El efecto es impresionante y conmovedor, un bosque de cruces que se extiende hasta el horizonte. Se me hizo un nudo en la garganta. Más allá de nacionalidad, me causó mucha pena pensar en la pérdida de cientos de miles de vidas, jóvenes con toda la vida por delante y las familias que dejaron atrás. En esa zona hay muchos cementerios militares de los países participantes y, de mayor o menor tamaño, el efecto es el mismo.
Luego, a ver el Tapiz de Bayeux, que cuenta la historia de la conquista de Inglaterra, por Guillermo el Conquistador. Se dice que es la primera historieta de la historia. Está en muy buen estado, teniendo en cuenta que fue bordado en el año 1066.
El domingo era nuestra última oportunidad de ver las playas de la Operación Overlord y el famoso Día D. Fuimos a Juno Beach (de los canadienses). Otra desilusión. Está vacía, sólo kilómetros de arena, en el pueblo de Courseulles-sur-Mer, donde no vale la pena detenerse. Hay un museo, pero no teníamos tiempo de visitarlo.
Seguimos hasta Arromanches-les-Bains. ¡Bingo! En el mar quedan restos del pontón artificial construido por los Aliados. Casi podía ver los barcos avanzando hacia la costa, los soldados bajando de los botes, los alemanes posicionados sobre los acantilados esperando al enemigo. Fue un modo por demás interesante de participar de un hecho histórico decisivo del siglo XX.