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 • HISTORICO

En Orlando, una experiencia muy profunda

Playas de agua turquesa, dosis de fantasía y actividades subacuáticas en un parque temático distinto, pero muy cercano a las atracciones más visitadas de la Florida




Recostada en una reposera,bajo el sol, en una isla tropical tal vez perdida por el Caribe, el agua es turquesa, la arena blanca, la vegetación tupida y agreste. Cada tanto abro un ojo para ver los saltos y piruetas que a pocos metros hacen los delfines, pero se acerca el mediodía y mi preocupación es qué elegiré en este all inclusive: sándwich de cerdo o carne con verduras.
Abstraerse en Discovery Cove es fácil. Cuesta imaginar que a sólo 10 minutos de auto de aquí, algunos están a grito pelado lanzándose en una montaña rusa o sacándose fotos con princesas y superhéroes. Este parque temático -tal vez el menos famoso de Orlando y sin dudas el más exclusivo- propone transportarse a una isla paradisíaca, sin aglomeraciones, con playas de agua salada superpobladas de peces tropicales, tiburones, mantarrayas y también delfines.
La primera diferencia respecto a los otros parques temáticos es su cupo: apenas 1300 personas pueden entrar por día, motivo por el cual es necesaria la reserva previa. Hoy, día fresco de fines de otoño, el parque no está lleno. En verano, sin embargo, hay que reservar incluso con un mes de anticipación.
La entrada a Discovery Cove incluye ingreso ilimitado a SeaWorld y Aquatica (un parque de agua) por 14 días consecutivos posteriores, ya que son parte de la misma compañía.

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Por su carácter all inclusive, conviene ingresar temprano para aprovechar el desayuno continental en Laguna Grill, que se sirve de 8:30 a 10:30. Media hora después se larga el almuerzo. Hay diez opciones de plato principal como pasta, pescado, carne de res y de cerdo, sumado a varios acompañamientos y bebidas, incluso alcohólicas. A lo largo del parque hay estaciones con refrescos y snacks.
Después del desayuno, todos pasan sin escala a tomar su traje de neoprene, incluido en la admisión. Hay de pierna y manga corta, o también largos. La mañana está fresca, yo elijo los largos. Hay vestuarios y se proveen toallas, equipos de snorkel y protector solar de cortesía, especial para no dañar a los animales marinos.
El siguiente paso es ubicar Grand Reef, la playa con cañones inspirados en los arrecifes alrededor del mundo. El agua es salada y cristalina. Con dar apenas unos pasos, el fondo cae en picada. Ahora miles de peces exóticos y rayas nadan a mi alrededor, se acercan sin miedo, me clavan la mirada. Pasan por al lado con total desparpajo, hasta que algo me roza la pierna, y me sobresalto. ¿Fue acaso la mantarraya? Por más que uno disfrute y admire la belleza submarina, es imposible no estar alerta ante cualquier encuentro cercano del tercer tipo.
Envalentonada, me sumerjo para apreciar de cerca al tiburón que reposa sobre la arena. Tomo una foto de mi pie casi apoyado sobre su figura. Secreto: hay un vidrio panorámico imperceptible que recorre todo un lateral de esta laguna y divide nuestro sector del de los tiburones. Un pequeño truco, porque eso en la foto no se distingue. Y en la realidad, tampoco.

Cuidado con las aves

Otra de las atracciones del parque es el aviario, que aloja unas 250 aves exóticas, incluso algunas de un metro de altura. Se trata de inmensos ambientes con mucha vegetación tropical contenidos por mosquiteros. Al ingresar se ofrecen vasitos de cartón con alimento para darles en la mano. Mi compañera apenas estira el brazo y varias especies, como el tucán, se le posan sin pedir permiso. Yo, en cambio, no fui tan afortunada. Sobre un puente, veo un pájaro de rostro simpático y le ofrezco mi comida, pero me picotea el dedo, y en un acto involuntario y descontrolado lanzo el vasito, que pega unas vueltas en el aire y cae en el arrollo.
Minutos después, otra visita se le acerca al mismo bicho con ansias de alimentarlo y la empleada le advierte: "Sólo come pescado y dedos", se ríe. Si me lo hubiera dicho antes...
Wind-Away River es un río que pasa a través del parque por playas, pasillos de palmeras y lagunas rocosas. Se proporciona equipo para flotar, ya que varía en profundidad. También hay lagunas de agua climatizada, desde donde se pueden ver nutrias o monos tití.
A las 10:45 es la cita para SeaVenture, excursión adicional a la entrada. Se trata de un tour caminando bajo el agua, con modernas escafandras, tan pesadas que ayudan a mantenernos sumergidos.
Tras una charla introductoria donde nos dan los gestos básicos para comunicarnos bajo el agua, mi grupo de ocho desciende hasta el mundo submarino. "Recuerden, somos nosotros los que ingresamos en su hábitat", nos advierte la guía, que ahora escribe en su pizarra lo que quiere decirnos. "More than 7000 fish" (más de 7000 peces), nos muestra y borra. A veces nos escribe las especies que nos rodean o detalles sobre las mismas.
Nuestros movimientos son lentos, como astronautas. Caminamos uno tras otro en hilera, a la siguiente parada. La guía toma mi cámara de fotos y me hace señas para posar. Pero un enorme pez oscuro, redondo y flaco como una lámina se detiene justo entre nosotras. Esperamos unos cinco segundos, hasta que deja de interrumpirnos, sigue su curso y nos reímos de la situación. Los peces están tan acostumbrados a la presencia humana que parecen sociables.
La otra atracción adicional, que incluye ticket aparte, es la posibilidad de interactuar con delfines durante media hora. Antes de poner un pie en el agua hay que pasar por el punto de encuentro donde se muestra un video con las nociones básicas acerca de estos animales. Hay que quitarse anillos, collares y aros. Nuestro delfín se llama Yoko, y tras familiarizarnos a base de abrazos, besos y caricias, llega el momento más esperado. Debo nadar hasta aguas profundas y Yoko viene a buscarme. Me sujeto de la aleta dorsal y me regresa en segundos hasta la orilla.
La actividad transcurre a lo largo de casi todo el día en Dolphin Lagoon. Hay varios grupos en simultáneo con distintos delfines. También es lindo apreciarlos desde la arena, ver las piruetas y su comportamiento con los humanos. Es común que una demostración nunca sea igual a otra. "Cada delfín tiene su personalidad -describe la entrenadora-. Incluso hay días que tienen muchas ganas de jugar y otros que no, y tampoco los vamos a obligar".
Si bien hay reposeras en las distintas áreas, Discovery Cove ofrece cabañas apartadas y escondidas detrás de la vegetación, para alquilar. Todas están equipadas con sombra, mesa y sillas, camastros, toallas, lockers, snacks y heladera con refrescos. Tal como si estuviese en un club recluido por las Islas Vírgenes, sólo que a diez minutos, algunos están lanzándose en montaña rusa, o sacándose fotos con princesas y superhéroes.ß

Datos útiles

Entrada por día: desde US$ 169. Incluye estacionamiento, comidas, bebidas (también alcohólicas), snacks, uso de toallas, trajes de neoprene o chalecos, equipo de snorkel. Durante la temporada más cara, de junio a julio, el precio es de US$ 199.
Por ser parte de la misma familia de parques que SeaWorld, la entrada a Discovery Cove incluye ingreso ilimitado a SeaWorld y Aquatica por nada menos que 14 días consecutivos posteriores.
Excursión SeaVenture: desde US$ 49. Adicional por nadar con delfines: desde US$ 60, según las fechas. Lo más económico es en enero y febrero, cuando la entrada al parque más la experiencia con delfines cuesta US$ 229.
Horarios: Discovery Cove está abierto diariamente desde las 8:30 hasta las 5:30. El registro de los visitantes comienza a las 7:30 a.m. El parque abre más temprano durante la temporada alta.

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