Mis hijas aman salir al balcón. Con qué poco se contentan, no? Basta con que les abra el ventanal y les dé vía libre para subirse a sus chiches, para verlas felices.
Ayer, en un momento, se montaron juntas a la bici (que obviamente está desinflada, en un rincón) y se reían a carcajadas sólo por pedalear (sin moverse).
No supe si reírme con ellas... o deprimirme.
Nah, deprimirme no, mejor aprendo de mis hijas, ¿no les parece?
Doy gracias, además, que al menos tienen un balcón donde mirar los árboles, la gente caminando, donde sentarse en sus sillitas rojas de plástico y descubrir lo-que-venga en los balcones de enfrente.
Pero entre nos (que El Que Les Jedi no crea que protesto), entre nos confieso que a veces, en muchas oportunidades, cierro los ojos y fantaseo, deliro, sueño con estar de nuevo rodeada de naturaleza y silencio.
Desde que nació China que no vacacionamos; por falta de recursos y de disponibilidad. Mis hijas sólo conocen las sierras -cuando visitamos a mi padre-, pero no tienen idea de qué se trata el mar, las olas, la arena, el océano.
A veces trato de explicárselo con palabras ("es como una pileta gigante..."), pero en lo profundo no veo el momento de hacerme unos pesos, de poder ahorrarlos... (para salirnos un rato del bullicio, del smog, de la contaminación de carteles e info) y llevarlas a conocer ese espectáculo EN VIVO Y EN DIRECTO.-
Más allá de sus planes para estas vacaciones, ¿adónde les gustaría viajar próximamente? ¿Y qué paisaje natural -o qué diversión cultural- les gustaría hacerles conocer a sus hijos?
PD: ¡Felicitaciones, Eleo!
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