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Compartir nuestros espacios más íntimos, el gran desafío

Compartir nuestros espacios más íntimos, el gran desafío - Créditos: Sebastián Rodeiro

Por Eduardo Chaktoura*
Especial para RevistaOHLALA.com
Pueden ser varios los motivos o las excusas: amor, ganas de estar más tiempo juntos, el primer paso para dejar el hogar familiar, compartir gastos para hacer posible la "independencia", el ensayo de un compromiso mayor... Cada quien sabrá qué propósito tiene la decisión de convivir.
Más allá de la historia particular de cada pareja, hay cuestiones naturales de fondo, muchas veces inconscientes, que se juegan a la hora de compartir un mismo techo. "Irse de casa" parece ser el primer gran paso para asumir la responsabilidad del mundo adulto; así como también comienza a andarse el camino hacia la reproducción (el proyecto de ser padres, con esta pareja o con otra que venga después). El "matrimonio" y la paternidad son dos claros indicadores sociales de que ya comenzamos a ser hombres y mujeres, más allá de nuestros padres o tutores primarios.
Nuestros padres fueron "prolijos" con el mandato. Se conocieron, fueron novios durante unos cuantos meses o años, ahorraron y/o heredaron un primer departamento, se casaron, tuvieron hijos... La realidad de los adultos jóvenes de hoy en nada se parece a aquellos tiempos. La figura de la "convivencia", así como la del "concubinato" son indicadores propios de los últimos 15 años. Ya no es "solterón" quien, al menos, convive; aunque el karma aún persigue a quienes hoy pasan los 40 sin pareja o sin hijos.
Tal como se documenta en mi último libro "30/40, la gran oportunidad" (Paidós), papeles mediante o no, así como descendió la cantidad de casamientos, también los contrayentes retrasaron casi en 10 años, en relación con sus padres, la edad que eligen para casarse o convivir -hoy lo hacen entre los 30 y 35 años-. Proporcionalmente, se multiplicaron las separaciones y/o divorcios y se acortaron los años de relación.
Estamos, definitivamente, frente a una nueva trama vincular, donde la convivencia ofrece, para el imaginario, un saludable plan contra-fóbico, un simulador sin mayores sobresaltos o la posibilidad de echarse a nadar en aguas menos profundas y peligrosas. Más allá de las garantías y derechos que pueda ofrecer una "unión legal", el compromiso de fondo de la convivencia parece ser el mismo que el de un matrimonio.

Claves para la conviencia

* Más allá del respeto y el compromiso, necesarios en cualquier tipo de relación, para una buena convivencia es necesario ensayar ciertas cualidades: flexibilidad, diálogo, tolerancia y posibilidades de "negociar".
* Si algo no deberíamos perder de vista es trabajar en la idea de que si bien estamos compartiendo tiempo y espacios, y asumiendo responsabilidades comunes, hay un "tiempo" para los dos, así como también hay un "tiempo tuyo" y otro "tiempo mío".
* Muchas parejas de hoy persisten con la idea de estar juntos cuando logran custodiar su mundo interior y sus espacios personales, sin la imperiosa necesidad de compartirlo todo, sin sentir que su libertad está en riesgo.
* El gimnasio, salir a correr, el fútbol con amigos, la cena con amigas, el café solo, la música, la notebook, los libros, los viajes cortos... son refugios estratégicos. Una cosa es estar comprometidos con el vínculo y otro, muy distinto, es ser "en función de" o dependientes de esa relación.
* En definitiva, hay un contrato a "discutir" antes de la mudanza. Conversar de antemano sobre las expectativas, miedos y deseos es de las sugerencias con mayor garantía de "éxito". Respetar las cláusulas acordadas, así como los espacios del otro son la cuota de oxígeno necesario para configurar una relación sin asfixiarse ni andar permanentemente en busca de la salida de escape.
Claro que con el correr de los meses habrá asuntos que revisar y renegociar. Todo es adaptación, todo es resultado de las expectativas en relación con la experiencia concreta.
Vivir la experiencia es el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros y a quien elegimos para convivir/compartir. Es, más allá de los resultados, un gran paso en función del amor y del crecimiento personal.
*El autor de la nota es psicólogo y periodista, autor de "30/40. La gran oportunidad" (Paidós, 2011)
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