Está decidido. Acabo de cerrar con el flete. Me mudo el jueves que viene. Y me tomo el viernes.
No lo pospongo más. No le voy a dar más vueltas al tema. Dejo mi casa vieja y arranco esta nueva etapa. Ayer hablábamos de los tiempos; la única conclusión a la que llegué es que no hay que perderlo (al tiempo) ni a las oportunidades, ni seguir esquivando los grandes cambios por miedos de lo más variados. Allá voy.
Esta tarde voy al Once con Luz a comprarme cajas de embalar, cinta y papel con globitos (¡qué adicción!). El fin de semana de lluvia me encierro a embalar, meto estos últimos años en cajas y me los llevo a empezar de nuevo, en otro lado. El cambio tiene que ser bueno, ¿no?