A gasajar a un par de amigos de visita por Buenos Aires con un paseo miniturístico sorprendente, constituye un desafío no siempre fácil de resolver.
Si la invitación se cursa para un día de semana, resulta más fácil conseguir plazas en un vuelo privado para almorzar, nada menos, en la isla Martín García, una exuberancia semitropical en medio del Río de la Plata, el último paraíso avistado por Juan Díaz de Solís antes de que lo inmolaran las tribus.
Precisamente, Comedor Solís es el restaurante que evoca al infortunado conquistador y el más cercano apeadero gastronómico a la pista de aterrizaje, ya rehabilitada.
El viaje en lancha resulta también un paseo atractivo, pero no resuelve el problema de los viajeros urgidos.
Para la visita aérea se puede despegar desde varios aeródromos cercanos a Buenos Aires. Basta encarar el traslado por la autopista Riccheri (70 centavos de peaje luego de 2 pesos que se pagan en la Autopista 25 de Mayo) y continuar por el Camino de Cintura (ruta provincial 4), en dirección sudeste hasta el Centro Universitario de Aviación (CUA).
La entidad deportiva, inaugurada en 1929, tiene dos pistas de despegue y aterrizaje de 950 y 650 metros, a la vista de los automovilistas que van por el pavimento que conecta con varias rutas nacionales.
Para reservar el viaje sólo hay que llamar con anticipación por el 693-2430 y 693-1724.
Un traslado de hasta tres pasajeros cuesta 130 pesos. Insumirá una hora de vuelo neta entre ida y vuelta.
Santiago atenderá la reserva en la casilla del CUA y también responderá a los visitantes que se anotan para los bautismos de vuelo: 15 minutos sobre la zona de quintas y balnearios de piscinas populares que abundan en el lugar. El bautismo aéreo cuesta 50 pesos hasta tres pasajeros.
Hay quienes se entusiasman y terminan por alistarse como socios, y hasta se inscriben en los cursos que los habilitan como pilotos privados.
Siempre en funcionamiento desde las 8 y hasta la caída del sol -todos los días del año-, no se restringen las visitas, por lo que su confitería y restaurante son un buen lugar para concertar una comida con vista a la bien planeada actividad (tanto los desayunos, como las comidas y minutas son buenas y económicas).
Asado y deportes
Durante el verano, la piscina de los socios se habilita a las visitas que tienen que pagar 5 pesos por día para disfrutar tanto de las zambullidas como de un buen asado (tarifa que trepa a los 7 los fines de semana y feriados), por ofrecerse la ventaja de utilizar las parrillas y comodidades para la comida del mediodía.
Dentro del predio del aeroclub es posible practicar otras actividades. Hay un circuito de karting con pista y máquinas para todas la edades, con entrada independiente a la sede del CUA. La gran extensión del aeródromo, que está situado a la vera del río Matanzas, concesionó también diez hectáreas destinadas al Golf Club CUA, un driving-range con gateras simples y cubiertas para disparar golpes con maderas y hierros desde las 7 y hasta las 22 (ya que cuenta con iluminación artificial).
La canasta de 120 pelotas cuesta 12 pesos y 7 la de 60. Se pueden alquilar palos por 3 pesos y auxiliarse -pagando sus honorarios mediante- con alguno de los cinco profesionales del staff permanente que dictan clases para los iniciados o aconsejan a quienes quieren mejorar su estilo. Hay zona de approach y búnker de práctica, un putting-green sin cargo y una cancha de par 3 con 6 hoyos para pitch y putter.
La canchita -a la que se accede con un green-fee de 5 pesos- se usa por el día, sin límite, y suele coronar las prácticas de los golfistas iniciales que encuentran en ese lugar la tranquilidad suficiente como para tomarle el gusto al golf.
Hay pro-shop y clubhouse con confitería de estilo snack. Las reservas y consultas para el golf club se hacen por el 693-1359. El estacionamiento es sin cargo.
Francisco N. Juárez