En mi rol de arquitecto, profesor de Historia de la Arquitectura y socio fundador de Arquiviajes!, incentivo constantemente a mis alumnos y/o colegas de profesión a sentir una ciudad "en movimiento".
No buscando solo datos académicos, sino experimentando el aprendizaje in situ. Florencia, la madre del clasicismo, es una visita obligada para los apasionados de la elegancia y el buen arte.
Ciudad elegante por definición, sintetiza la vuelta a las formas clásicas greco- rromanas después de diez siglos de Edad Media. Caminar, sentir, reflexionar y ver las maravillas del arte florentino activan en uno un deseo de viajar en el tiempo, cruzarse con Leonardo, Rafael, Miguel Angel o Brunelleschi.
Recuerdo con sumo placer caminatas con mis alumnos por las callejuelas florentinas, estrechas con cierta altura que enmarcan o rematan en edificios emblemáticos. Vía Faenza nos transporta en el tiempo y "cierra" en la Basílica de San Lorenzo, obra de Brunelleschi.
Allí uno se entrega al placer de un espacio perspectívico, también con la Biblioteca Laurenziana y su escalera angustiosa, la capilla de los Medicis y las sacristías, nueva y vieja. Un placer para gozar Renacimiento y Manierismo miguelangesco.
Sus museos, puentes y paisajes la hacen única. Sugiero una visita a la Galería de los Oficios y sumergirse en le mundo de la pintura y escultura. El puente Viejo y la vista panorámica desde Il Duomo de la Catedral florentina son imperdibles.
Máxime la vista de la ciudad con el Fiésole y el Settignano de fondo. Caminar por la ciudad nos habla del rol que tuvo hacia el siglo XIV-XV-XVI. La perspectiva, la pintura de caballete, los Medicis. La imprenta y la genialidad de superlativos artistas con Leonardo a la cabeza nos dejan sin aliento.
Un delicioso ristretto nos genera emociones para cerrar conceptos y abrir otros. Se huele un sentido de amor por la estética, tanto en locales comerciales como en la moda y la elegancia de su gente.
Estar en Florencia es entrar a un libro de historia. Estar en movimiento, aprehender caminando, con sus olores, colores y sabores nos hacen percibir una ciudad desde otro plano.
Florencia...Cuna del Renacimiento.
Rodolfo de Liechtenstein