Ayer me llamó mi ex con un pedido bien específico:
-Ine, ¿sabés qué?, estoy armando una suerte de portfolio, de compilación de fotos de mi vida... y tengo un bache de imágenes de los 4 años en los que salimos. ¿Te acordás que en su momento yo te di los álbumes...?
Y yo por dentro: "uy, no, no me los pidas."
Aclaro: cuando en su momento nos separamos, Mariano decidió imprimir todas las fotos que nos habíamos sacado (juntos y separados, de eventos, de viajes, de paisajes...) y obsequiármelo. Se desprendió de todo. Yo acepté el regalo y las archivé junto con el resto de imágenes que custodio (fui la depositaria de la mayoría de las fotos de mi familia, incluidos los álbumes del casamiento de mis padres).
Pero evidentemente no siempre tuve este estilo tan abierto respecto de los vínculos pasados, porque cuando con Fede, marido, decidimos emprender juntos la convivencia, después de 3 o 4 meses de habernos conocido, y me tocó, nos tocó embalar mis pertenencias, dimos con aquellos álbumes y no recuerdo si fue a raíz de un reclamo o escena de su parte o sí fui yo la que decidió autocensurar-se (en un momento donde la relación se estaba fundando), pero lo cierto que varias, o muchas de esas imágenes fueron a parar al tacho.
"Uh, rompí algunas... Varias. No todas... Perdoname", tuve que confiarle.
Y acto seguido me eché a reír, como para salir del paso.
Por suerte no se lo tomó a mal, o si así fue, no me lo hizo saber. Espero. Ayudó que yo fuera honesta y que además, acusara arrepentimiento, una ligera vergüenza. No voy a decirles que me quedé afligida, en definitiva son sólo imágenes. Pero sí prometí apuntarme para el día de mañana: "las fotos de terceros no se rompen ni se queman (se devuelven, en todo caso). Y menos que menos, se temen o se celan."
¿Qué piensan?
Entre otras, sobrevivieron los paisajes
En esta nota: