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Frasquito de miércoles

23 de octubre de 2008 • 10:37

Cada tanto hay una serie de exámenes y ahora tocó de nuevo: uno de sangre y otro de, perdón si están comiendo, heces.

El de heces no está dentro de la rutina, pero me lo ordenó el obstetra porque tuve algunas complicaciones digestivas (como verán, hoy el tema es realmente encantador)

Bien, cuestión que esto es típico: tenés que hacer y no te vienen ganas. Probé con naranjas, ciruelas, lentejas. Pero tardé. Tres días tardé. Por fin anoche, casi a la hora de la cena, fui corriendo hasta el baño y me dediqué a los trámites en cuestión.

(Y ahí adentro, un desastre. Mi destreza, digo. Pero evitemos detalles y digamos que por fin dejé el frasquito listo.)

Del baño nos fuimos a cenar, porque habíamos quedado con unos amigos. El plan era pasar por el laboratorio -que estaba de guardia-, dejar el frasquito y seguir hasta el restaurante. Bueno, que estaba cerrado. No el restaurante sino el laboratorio. Se ve que nos habíamos confundido: el que estaba de guardia no era ese sino otro, que nos quedaba en la otra punta de la ciudad.

Así que ahí estuve, con el frasquito de aquí para allá y al divino botón, porque si pasan 4 horas, ya no sirve.

Al final el frasquito terminó el basura. En la basura pública. En un tacho de Macri.

Y pensar que su destino era la ciencia.

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