Tengo la reunión más larga de la historia. Cabeceo y temo quedarme dormida mientras lo escucho a Gran Jefe dar vueltas por la sala de reunión, levantarse, tocar desenfrenadamente su iPad (que le envidio terriblemente) con ese dedito neurótico y tratar de levantarse a la minita de la empresa con poco disimulo. Ella responde y le hace risitas a cada comentario y de no ser por esta telenovela barata claramente estaría totalmente dormida.
Anoche me desvelé con pesadillas a las 4.58 (eso marcaba mi celular) y nunca más pude volver a dormirme. Pesadillas horribles, esas en las que tratás de escaparte de algo y por algún motivo siempre estás en el mismo lugar lleno de angustia. Desesperante. Me desperté con una sed terrible y me debo haber tomado media botella de agua así del pico. Totalmente desvelada, tanto que prendí la tele y recién empecé a dormirme cuando sonó el despertador a las 7.30.
-Jamás prender la tele, nena, es lo único que no hay que hacer. Te vas a leer un libro al living, te hacés una leche tibia con miel o te quedás calladita con los ojos cerrados hasta que te vuelva el sueño y por lo menos descansás.
-¿Calladita? ¿A quién querés que le hable a las 5 de la mañana, mamá?
Me dice que deben ser los nervios por la compra de la casa, por la mudanza... No sé.
Así estoy, parezco un fantasma.