¡Buen día a todos! ¿Cómo pasaron el fin de semana? Me encanta que haga frío.
Me pasé el fin de semana haciendo cosas en casa. Colgué estantes, colgué cuadros, puse plantas en el balcón, cambié muebles de lugar.
El sábado los varones se fueron con el padre, pero Luján me pidió si se podía quedar. Consulté con Nicolás y le pareció bien, así que tuvimos una noche espectacular.
Alquilamos Enredados y le hice (¡nos hice!) un kilo de papas fritas. ¡Qué divertida es esa película! Me reí mucho con el caballo.
Además, me quedé pensando: las "princesas" de ahora son un pelín menos taradas que las de los clásicos de Disney, ¿no? Digo, no es que todo lo que les sucede las agarra desprevenidas. Son menos caídas del catre, ¿no les parece?
En un plano un poquitititín más profundo, me alegra que así sea. Que el modelo a seguir por nuestras hijitas no sea el de una verdadera hueca que no sabe bien por qué le pasan las cosas y que sólo tiene de admirable su inocente belleza y su rubia cabellera.
Luján se quedó copada y se pasó el domingo jugando a Rapunzel. Yo la peinaba y ella cantaba la canción.
La pobre, con su pelitó carré, tenía que hacer un gran esfuerzo para lograr ponerse en personaje.
A la noche llegaron los hermanos, y como estaban agotados, los dejé que comieran en la (mi) cama.
Me pidieron una peli, ¿y cuál les puse? Exacto: la misma que habíamos visto el día anterior.
Encantados quedaron. Y acá encontré otra diferencia con mi niñez: a los varones nos les provoca repulsión.
¿A quién se le hubiera ocurrido, por ejemplo, que el hermano mayor mirara Cenicienta? ¿O La Bella Durmiente?
Me alegro, entonces, porque muy de a poco nos vayamos alejando de los tontos estándares machistas recalcitrantes.
Mejor vida para nuestras niñas.
GIRL POWER.