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Grandeur del alma Pronto en cartel

En el este de Francia, una nueva ruta reúne diversos sitios que tienen en común haber sido clave, gracias a sus habitantes, en la emancipación de los esclavos negros de las colonias francesas. De la Revolución en adelante, este inédito recorrido depara más de una lección de historia y humanidad




La historia de Francia tuvo sus páginas negras. Su implicación en la esclavitud y la trata de africanos es una de ellas. Un capítulo tan oscuro que tiene todavía ecos en la actual sociedad francesa. Los esclavos de ayer son los inmigrantes sans papiers de hoy y suscitan nuevos debates.
Paradójicamente, sin embargo, no es en los suburbios mayoritariamente poblados de inmigrantes ni en los puertos del Atlántico que construyeron su riqueza sobre la trata de esclavos donde se realizó el trabajo más profundo sobre la abolición. Esta nueva ruta se desarrolla en realidad en un puñado de pueblitos minúsculos, apenas mencionados en los mapas regionales. Son cuatro rincones del este de Francia, que unieron sus esfuerzos para crear una Ruta de la Abolición y de los Derechos del Hombre: Joux, Champagney, Fessenheim y Emberménil. A primera vista difíciles de ubicar, aunque merecen mucho más lugar, tanto en los mapas como en la historia.

El cautivo de Napoleón

En la frontera con Suiza, las montañas del Jura no son muy altas, pero sí muy encajonadas y frías en invierno, lo suficiente como para ser frontera natural entre dos países. Allí, el castillo de Joux cumplió durante siglos su papel de defensor de la patria. Es un caso único de arquitectura militar, que superpone y recicla todas las técnicas de construcción y las estrategias defensivas desde el Medievo hasta el siglo XIX.
Para llegar hay que hacer escala en Besançon, cuya fortaleza permite divisar la ciudad encerrada en un meandro del río Doubs (también merece un alto para pasear y cenar sobre el río, como en París). Cuando se la deja atrás, en medio de las montañas, el castillo revela por qué es la primera etapa en la Ruta de las Aboliciones. Entre sus gruesas paredes fue encerrado hasta su muerte aquel antiguo esclavo que se dirigía a Napoleón como “el primero de los negros hacia el primero de los blancos”, Toussaint Louverture.
Casi olvidado por la historia, este personaje fue un esclavo que logró la segunda independencia de un país americano, la de Haití. Pero luego, tras caer prisionero de Napoléon, fue deportado lejos del Caribe y encerrado en el frío castillo de Joux. Su celda es hoy un lugar de peregrinación para los haitianos de paso por Francia y el punto de partida de esta nueva Ruta de las Aboliciones. Louverture, sin embargo, no fue el único prisonero famoso del castillo.
Algunos años antes, Honoré de Mirabeau también estuvo encerrado aquí en su juventud, antes de tener un papel clave en los primeros tiempos de la Revolución de 1789. El castillo muestra además un museo de armas, la celda de una mujer infiel del Medievo y un pozo cavado en la roca que se adentra en el corazón mismo de la montaña. Hubiera sido un excelente punto de partida para un viaje al centro de la Tierra, como el imaginado por Julio Verne.

Los campesinos

El viaje sigue no hasta el centro de la Tierra, sino hasta el fondo de la conciencia humanística de los franceses de 1789, año del inicio de la Revolución.
La segunda etapa es uno de esos pueblitos de casas dispersas entre el campo, con más vacas que vecinos, y donde el camión del carnicero todavía estaciona en la plaza para vender sus productos, supliendo la falta de negocios.
Si no fuera por la Ruta de la Abolición, Champagney sería apenas un nombre en los carteles que siguen los visitantes de Notre Dame du Haut, la vecina iglesia de Ronchamp: ésta es una de las obras maestras de Le Corbusier y uno de los edificios más emblemáticos del siglo XX, perdido en medio de los prados.
Champagney tiene menos de 1500 habitantes y un alcalde que, llevado por su pasión histórica, realiza él mismo la función de guía en el museo local, dedicado a la memoria de quienes la historia llamó los Justos. Como todos los demás pueblos de Francia, Champagney pudo poner sus problemas por escrito para presentarlos al rey en 1789, en los tan esperados Estados Generales convocados para solucionar los graves problemas de Francia. Fue gracias a estas dolencias que los champagnerots entraron en la historia: fueron los únicos habitantes de Francia que, en aquel 1789, pidieron no sólo soluciones a sus problemas, sino también la abolición de la esclavitud.
El alcalde-guía precisa, en las pequeñas piezas de la Casa de la Negritud y los Derechos del Hombre, que seguramente la idea de reivindicar esta libertad fue inspirada por Jacques-Antoine Priqueler, oficial de la guardia del rey oriundo del pueblo, que había conocido el terrible destino de los esclavos en las Antillas. En estas tierras frías y pobres, las condiciones de vida de los campesinos eran lo suficientemente duras como para que se identificaran con los esclavos del Nuevo Mundo. La leyenda local dice que los campesinos se conmovieron más aún al recordar que uno de los Reyes Magos era negro: así, en la iglesia, el alcalde muestra una gran pintura que representa a los tres Reyes Magos y que existía en tiempos de la Revolución. Tal vez haya sido un factor determinante para incluir el pedido de la abolición de la esclavitud en un lugar que parece uno de los más remotos de Francia.
Además de museo, la casa también quiere denunciar las esclavitudes modernas: trabajo infantil, trabajo forzado, violaciones de los derechos del hombre. Lo más impactante es la reconstrucción de las bodegas de un barco negrero, instalado bajo el piso de la sala principal, que se puede ver debajo de las placas de vidrio.

Alsacia y Lorena

Sin embargo, el pedido de los campesinos de Champagney no fue escuchado por el rey, que tenía que enfrentar problemas más cercanos. La Revolución abolió un tiempo la esclavitud, luego restablecida por Napoleón, hasta que desapareció definitivamente en 1848, gracias a leyes promulgadas por Victor Schoelcher, una de las grandes figuras de la II República francesa. Su recuerdo es la tercera etapa de esta ruta: siempre yendo hacia el Norte se llega a Fessenheim, en Alsacia, cerca del Rin y al pie de los Vosgos.
Si no fuera por Schoelcher difícilmente este ordenado pueblito, pulcro como todos los de Alsacia, sería destino de visitas. Aquí, su casa natal recuerda su vida, pero también es un ecomuseo sobre la vida campesina del sur de Alsacia en el siglo XIX. Fessenheim es, en realidad, una de las ciudades más lindas de Alsacia, con fachadas pintadas, ventanas floridas de geranios y ríos canalizados que pasan debajo de puentes rebosantes de flores. Como si nada hubiera cambiado desde el siglo XVIII, o fuera el decorado de un cuento de hadas.
Al caminar por el casco antiguo se llega a otra de las sorpresas de este viaje: la casa de Auguste Bartholdi, nativo de la ciudad. Aunque no forme parte oficialmente de la Ruta de las Aboliciones, el museo merece figurar en el itinerario, en homenaje al autor de esa Estatua de la Libertad que desde la bahía de Nueva York se convirtió en un símbolo para todos los pueblos del mundo. Y si de humanismo se habla, muy cerca de Colmar hay otro lugar que podría incluirse en esta ruta: se trata de Kaysersberg, donde nació el doctor Albert Schweitzer, que dedicó su vida a curar a los enfermos de la selva ecuatorial africana.

El abate Grégoire

Sin embrgo, la ruta oficial no incursiona tanto en Alsacia, y luego de Fessenheim sube hacia Lorena, cerca de Lunéville, tras recorrer poco más de 200 kilómetros desde el castillo de Joux.
Emberménil es el más pequeño y remoto de estos lugares de por sí pequeños y remotos: apenas un par de granjas y casas que no llegan a formar un núcleo alrededor de la escuela y la iglesia. Las verdes colinas de Lorena fueron escenario de enfrentamientos en dos guerras mundiales: por eso, en toda la región abundan los recuerdos de batallas, frentes, trincheras y pozos de obuses. Sin embargo, Emberménil glorifica la paz a través de la figura de su hijo más famoso, el abate Grégoire.
Fue uno de los personajes clave del proceso revolucionario de 1789. Presente en el Juramento del Jeu de Paume, que desencadenó la Revolución, participó en la redacción de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, creó y reorganizó muchas instituciones civiles, promulgó el predominio del francés sobre las lenguas regionales, y fue uno de los principales instigadores de la abolición de la realeza y la proclamación de la I República.
Grégoire fue también el autor de la primera abolición de la esclavitud, que obtuvo en febrero de 1794, y por eso su museo es la cuarta etapa de la ruta, en recuerdo al artículo 1° de la Declaración de los Derechos del Hombre, que él mismo redactó: “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”.
Frente a esta obra gigantesca, el humilde homenaje del pueblo en una escuela primaria, parece escaso: falta todavía un reconocimiento nacional, aunque el abate haya sido llevado en 1989 al Panteón de París.
La ruta concluye en el castillo de Lunéville, la ciudad más cercana, conocido como el Castillo de las Luces o el Versailles de Lorena, para recordar la corte erudita y avanzada de Stanislas, rey depuesto de Polonia (su yerno Luis XV lo instaló en el ducado de Lorena para incorporar la región a Francia luego de su muerte). Como para dar un broche final, en los jardines a la francesa del castillo se tallan durante el verano en las plantas las caras de Toussaint Louverture y otras figuras de la abolición. Otra manera de celebrar una lucha que hoy enorgullece a toda una región y ubica en un lugar de privilegio pequeños lugares olvidados por los mapas.
Por Pierre Dumas
Para LA NACION

Pronto en cartel...

El actor norteamericano Danny Glover, conocido por sus tomas de posición a favor de las minorías afroamericanas, está preparando la producción de una película sobre la vida de Toussaint Louverture. Su lanzamiento se prevé para el año próximo. El gobierno venezolano, por decisión de Hugo Chávez, participa en el financiamiento de la obra. La película se centrará principalmente sobre la acción política de Louverture y su exitosa lucha por la independencia de Haití frente a las tropas de Napoleón.

Datos útiles

  • La Ruta de la Abolición es una asociación sin fines de lucro que agrupa a cuatro localidades. A diferencia de otras rutas francesas, no está señalizada por carteles que permitan guiarse de un punto a otro del recorrido, de modo que es mejor contar con buenos mapas del Jura, Alsacia y Lorena para poder recorrerla y encontrar los pueblos que la forman. Más datos en www.abolitions.org (también en español).
  • Castillo de Joux: abierto todo el año, pero para visitas durante el invierno hay que informarse sobre el estado de las rutas, que pueden ser cortadas por las caídas de nieve. En Internet: www.chateaudejoux.com
  • Fessenheim: la Casa Schoelcher y Museo de la Hardt está abierta sólo los fines de semana de junio a septiembre. El resto del tiempo se realizan visitas reservando previamente en la Municipalidad.
  • Emberménil: Casa del Abate Grégoire, abierta los fines de semana y días feriados de marzo a noviembre. El resto del tiempo se concertan visitas en la Municipalidad (edificio vecino al museo y la escuela).

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