Soy mamá de un varón.
A simple vista, es una oración simple, sin mayores complicaciones interpretativas. Pero yo creo que más que una frase, es una definición. Soy mamá de un varón.
Las mamás de varones sufrimos limitaciones cromáticas y de diseño a la hora de armar el vestuario de nuestros chicos. El rosa, el violeta y toda la gama de tonos pasteles no figura entre las opciones; todo es azul, rojo, gris y verde. Las mamás de las nenas pueden vestirlas de celeste porque con el accesorio adecuado pueden ser muy femeninas, pero las mamás de los varones tenemos prohibido ponerles un moño o un ribete rosa o símil. Además, los estampados sólo son rayados, o a cuadritos. Nada de flores, lunares, animal print o dibujos "ópticos" tan de moda. De todos modos admito que esta limitación a los básicos ahorra mucha energía en discusiones de guardarropa.
Para las mamás de los varones caminar un par de cuadras puede ser una aventura. A veces van tranquilos de nuestra mano, a veces tenemos que remolcarlos, pero muchas otras desbordan de energía y se van corriendo, obligándonos a perseguirlos mientras cargamos nuestra cartera más sus mochilas, camperas... Y es todo un espectáculo callejero verlos intentar trepar un árbol, caminar por el borde de los canteros, saltar como Sportacus o cuando simulan caminar con las manos y van andando en cuatro patas como un oso, levantando toda la tierra de las veredas para después marcarnos la ropa con sus huellas.
Las mamás de los varones aprendemos de dinosaurios, trenes, autos y viajes al espacio. Nuestra casa está minada de pelotas de todos los tamaños y lidiamos con los benditos cortes de pelo cada mes y medio desde que tienen... ¿1 año?
Eso sí, en casa somos "la reina", y siempre nos ven hermosas aunque estemos despeinadas. Tenemos que hacerles la comida a todos los varones de la casa, incluyendo al padre, obvio (por lo menos ése es mi caso), pero nos recompensan con mimos y halagos.
Es verdad que son mameros. Es indiscutible. Yo he recibido las demostraciones de afecto más enternecedoras que jamás imaginé y hasta lo he visto enfrentar al padre (con sus dos años y medio), pidiéndole que no me toque el cachete cuando vio que me estaba dando un beso. Tal vez no sean tan compinches como las nenas y definitivamente son bastante más demandantes... pero son simples, concretos y nos hacen vivir el gran romance de nuestra vida.
Ni por un momento crean que intento enfrentar a las mamás de las nenas con las mamás de varones como en un partido de solteros contra casados, pero quiero saber... ¿A las mamás de varones les pasa lo mismo que a mí? Y por otro lado: ¿cómo es ser mamá de una nena? ¿Y de una parejita? ¿Se sienten distintas?
*Mi bombón y yo, enero 2011. Fotografía tomada por Virginia Aranda
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