Si les dijera que pude relajarme mucho la semana pasada, no sólo no me creerían, sino que supongo me sentiría mal (en el sentido de des-involucrada). Aun así, de no ser por el parate, no sé en qué condiciones habría llegado a este momento. Es decir, sin llegar a ser el súmmum del relax, los días libres me sirvieron para recuperar un poco de aliento, otro tanto de fuerza muscular, una pizca de lucidez (que venía en huelga) y sobre todo, y a Dios gracias, ganas de seguir haciendo.
Más todavía, del lunes al miércoles, por momentos, anduve en una linda Babia, una de esas que te permiten caminar a tu ritmo, como me lo venía diciendo hace días. Caminar a tu ritmo, respirar a tu ritmo, tener tiempo para cuestiones descabelladas como apreciar una florcita rojiza, solitaria, tirada sobre el cemento; tiempo para fotografiarla, a ella y a otras tantas, tiempo de abrirme a música nueva, a una artista que antes del parate me resultaba ajena (por no decir aburrida) y que en estos días se me hizo deliciosa, o al menos agradable.
Tiempo para leer algunos textos y para darme cuenta, importantísimo, de que últimamente estaba en exceso solemne, que me estaba faltando humor, tomarme menos en serio, asumirme caótica como mi ciudad, errática, desprolija.
También, ya hacia el final de la semana, tuve tiempo para ir a la casa de mi madre, a dormir, oh sí. Hace años que no me hacía una escapada con crías. Para comer rico, para charlar un poco de Historia argentina (soy muy preguntona con las generaciones que me anteceden), para bañar juntas a las retoñas en su jacuzzi... y tirar 2 tarros de jabón para espuma (pensando que con uno no bastaría) y reírnos mientras las niñas se bañaban y pedían a gritos una toalla para sus caras.
Y más allá de lo que pude hacer o mejor dicho, de lo que logré no hacer (acaso el gran desafío), volví a decirme: recuperá y cuidá la calma, pase lo que pase. Estate pacífica y confiada, sin importar qué estés haciendo ni dónde lo estés haciendo. Nunca habrá vacaciones que puedan reparar un año sostenidamente estresante. Dando vuelta aquella famosa cita: que el trabajo siempre te encuentre inspirándote.
¿Y ustedes? ¿Cómo vivieron la semana pasada? ¿Lograron descansar en sus fines de semana? ¿Ahora cómo se sienten?
Flor de Santa Rita, perdida
Rojo furioso
Flores veletas
Hasta el cuello
Superproducción de dibujos, de hijas y Fede
Almuerzo de domingo
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