Cada vez que discuto con Nicolás, hago una separación mental de bienes. Acuerdo días visita para los chicos y me lo imagino casándose en segundas nupcias.
Por más estúpido que sea el motivo, la pelea me resulta siempre una instancia dramática.
Será la misma parte de mi cerebro que hace que casi la totalidad de la vida me resulte intensa?
Hablo con algunas personas sobre el tema de Luján, y la mayoría lo trata como "bueno, no es tan terrible, che".
Y a mí no me entra en la cabeza, les aseguro.
Pero lo mismo me sucede cuando una amiga me cuenta que se peleó mal con el marido y ahí andan, tan campantes. Yo no puedo. Mi vida se paraliza ante los problemas. Necesito solucionarlos o tener una solución a la vista para poder avanzar.
Esta actitud, muchas veces provoca lo contrario. Sobre todo con Nicolás, que lo que quiere y necesita ante el conflicto, es alejarse mentalmente para volver con un poco más frialdad y claridad.
Y ahí estoy yo, apabullándolo con palabras. Hablemos, le digo. Y no quiere. Y a mí no me entra en la cabeza.
Cómo que no querés?! Cómo que te querés ir a dormir?! Cómo hacés??!?!
No soy de esas, pero me encantaría.
Cómo resuelven ustedes las peleas de pareja? Qué estrategia usan?