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 • HISTORICO

Jericoacoara, de aldea de pescadores a destino de moda

Conocida por el estilo rústico y las dunas gigantes, dicen que tiene una mística especial




JERICOACOARA.- Todos dicen que tiene una mística especial, que la energía en esta playa, a seis horas al oeste de Fortaleza, fluye con intensidad. Que la vida es distinta, tranquila y despreocupada.
Algo de esto debe ser verdad porque llegar no es fácil, los precios son más caros, el mar es muy parecido al de Fortaleza, pero sin embargo se convirtió en un imán para el turismo local e internacional.
Jeri, como comúnmente se la llama, hace no más de 20 años era una aldea de pescadores donde vivían apenas 500 personas entre dunas, redes y olas.
Pero los aventureros, que siempre buscan nuevos destinos, empezaron a difundir sus bondades, la aldea creció y el boca en boca la subió al podio de la fama. Ahora cuenta con 28 posadas, barracas de playas, opciones para hacer excursiones, restaurantes y muchos comercios con artesanías, pareos y vestidos. Hasta fue considerara por el diario New York Times como una de las diez mejores playas del mundo.
Siempre, desde el comienzo, fue un destino internacional, con turistas de todos lados, sobre todo italianos y franceses. Muchos, buscando un cambio de vida, tiraron el ancla y se quedaron en Jeri para siempre. Construyeron posadas, como Mosquito Blue, la más nueva, y abrieron restaurantes con platos de diferentes latitudes.

Poco asfalto

Jeri, a pesar de los avances todavía mantiene inquebrantable el estilo rústico con el que creció y se hizo conocida. No hay ni una gota de asfalto en las calles; sólo arena. Tampoco luz eléctrica pública.
Por las noches se camina bajo la luz de la luna y con el reflejo de las casas y posadas, que sí cuentan con electricidad. Para llegar, sólo es posible hacerlo en vehículos todoterreno o en buggy, porque las dunas, grandes y fornidas, como en todo Ceará, impiden el acceso.
Desde Fortaleza se puede tomar un ómnibus de línea en la Rodoviaria hasta Gijoca y después en jardinera (especie de unimog) se entra en Jeri.
En esta zona de preservación ambiental, de dunas gigantes, de pescadores, de lagunas paradisíacas y cocoteros hay algunos rituales que se repiten día tras día y que ya son como una marca registrada.

Rituales marca registrada

Cuando cae el sol, a eso de las 17.30, todos se reúnen sobre la Duna de la Puesta del Sol, la más alta, para ver el atardecer. Con los últimos rayos acariciando la playa, se organizan rondas de capoeira, se aplaude, se escuchan risas y hasta se ven lágrimas de emoción en los rostros.
Otra opción es presenciar el ocaso a través de la Piedra Furada, una gran roca sobre el mar con abertura por la que se ve el horizonte. Entre mayo y septiembre el sol se pone justo sobre la piedra. Hasta esta piedra también se puede ir durante el día como paseo. Se llega a caballo o en una caminata de 40 minutos.
De noche el encuentro es en la Casa del Forró, donde se baila y se toman tragos exóticos hasta el amanecer. También se hacen fogones en la playa.
Después, paso obligado por las panaderías para buscar medialunas y dulces sueños hasta media mañana, cuando el pueblo retoma el ritmo.
Lo ideal es quedarse en Jeri cinco o seis días, no menos, para olvidarse por completo de la vida urbana y dedicarse a disfrutar del mar y las dunas.

Datos útiles

Cómo llegar

En ómnibus, desde Fortaleza, R 28.

Alojamiento

Hay 28 posadas. Las tarifas oscilan entre R 50 y R 240 la habitación doble. Camping: cuesta R 10 la carpa, para dos personas.

Paquetes

Aéreo, siete noches de alojamiento en Mosquito Blue con desayuno y traslado en ómnibus desde el aeropuerto, alrededor de US$ 750.

Gastronomía

Hay variedad de platos de diferentes regiones. Una comida cuesta alrededor de R 20 por persona.

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