VILLA LA ANGOSTURA.- En el dibujo de sus recortadas costas que enfrentan a los Andes y el Nahuel Huapi, esta villa brinda una especial hotelería, excelente gastronomía e inolvidables paseos en uno de los más bellos paisajes de la Patagonia Norte.
La nieve resiste sólo en las cumbres y hace tiempo que partieron los últimos esquiadores de las pistas de Cerro Bayo. El verano termina, y aún perduran los notros manchando de rojo el intenso verde de los bosques que tapizan las montañas, junto a la rosa mosqueta y los lupinos, que en distintas gamas crecen a la vera de los caminos.
Discreta y elegante, La Angostura pone su sello personal con sólo atravesar el escueto centro comercial donde, en un trayecto de tres cuadras, muestra boutiques y galerías con frentes de claras maderas de la región, fábricas de chocolate, delikatessen patagónicas, y algunos bares y restaurantes. Es el único punto de referencia de la villa, el resto habrá que descubrirlo recorriendo los circuitos que llevan a las recoletas bahías, paraísos ocultos donde descansan confortables hoteles, posadas y cabañas, junto a bellas casas orladas por espectaculares parques, donde las rosas compiten en belleza y color.
Translúcido y potente en su breve curso, el río Correntoso, el más corto del mundo, enlaza al lago del mismo nombre con el gran Nahuel Huapi, y desde las alturas con el fondo de las cumbres nevadas crea un paisaje soñado. Es el mismo que el véneto Primo Capraro, llegado al país desde su Belluno natal, eligió a comienzos del siglo XX para instalar un establecimiento forestal, una modesta construcción de madera que pronto comenzó a ser visitada por grupos de amigos que ya habían oído de la belleza del lugar y la buena pesca de truchas en la boca del río.
Junto con Rosa Maier, su mujer, en 1929 encararon la ampliación del edificio que llegó a contar con 20 habitaciones y salón comedor con piano incluido, toda una novedad para la época. Con los años, el sitio cobró fama y animó a Francisco, su hijo, a levantar, en 1936, el primer edificio de mampostería, que fue por muchos años un emblemático lugar, pionero de la mejor hotelería patagónica.
Hoy el Correntoso Lake & Rivers conserva el espíritu de aquellos años, luego de una reciente puesta a punto que, de la mano de Alejandro y Andrea Laurence, sus actuales dueños, rescató lo mejor de su fisonomía original, agregándole todo el confort. Miembro de los Small Luxury Hotels of the World, exclusiva cadena de hoteles notables, los lagos y el río envuelven al hotel con un extraordinario paisaje siempre presente a través de los amplios ventanales.
Las claras maderas de lenga, ciprés y alerce relucen en todos los ambientes, tapizan el gran living-estar con hogar de piedra y sillones que invitan a íntimos momentos, igual que el wine-bar con barra, y el restaurante con cava a la vista. Como una caja de cristal, el spa se sumerge en el paisaje con su piscina in-out que se integra al gran lago.
El restaurante ha privilegiado los mejores productos de la región en recetas caseras, con refinados toques gourmet, como ricas mollejas crocantes, con chips de manzana y verdeo, y espuma sutil de limón, o la trucha de lago con puré de zucchine, menta y trigo bourgol y aromas cítricos; también hay sutiles pastas rellenas e insoslayable cordero de la región en diferentes cocciones.
Con el sello de su estilo que se combina perfecto con el paisaje de bosques y el lago, Las Balsas sigue siendo otro de los lugares elegidos de La Angostura. Envuelta por jardines y bosques, sobre la bahía del mismo nombre, se levanta la importante casona, con terrazas que miran a los picos nevados y al muelle de madera original que se interna en el Nahuel Huapi. Con un refinado confort, su cálida ambientación acompaña a las habitaciones, todas diferentes, así como al amplio living donde se disfruta del crepúsculo, con la sensación de ser más un invitado que un huésped.
Una excelente gastronomía de autor es el justo complemento para una estada en Las Balsas. Pablo Campoy, reconocido cocinero, brinda una carta que mereció recientemente el reconocimiento de la cadena Relais & Chateux, de la cual la hostería es miembro, otorgándole el Rising Chef Trophy. Algunas de sus recetas más celebradas son la sopa de maíz, el sorbet de pimientos rojos, langostinos y ciervo ahumado, fórmula que deleitó a la reina de Holanda en su paso por el lugar y que llevó consigo.
Sabores de la región
En Bahía Manzano hay lugares para elegir. Sus costas albergan resorts, aparts, cabañas y posadas con encanto, como La Escondida, que combina madera, piedra y pizarra en su arquitectura, como un anticipo de la calidez de sus interiores decorados con gusto. A pleno confort, la posada cuenta con otro de los sitios donde disfrutar de buena gastronomía, el restaurante Delfina, instalado en el jardín de una casa de madera de principios del siglo XX, que perteneció a Ema Drachsler, primera partera de la zona. Un lugar de gran encanto, donde Natalia Mutchinick despliega su imaginación en la cocina y en los simpáticos menús en los que no falta un toque de humor. Muy recomendable la selección de tapas para compartir, la sopa fría de mango, ananá y menta con langostinos tandoori, o el menú du jour, que depara algunas sorpresas, como las gyosas de pescado thai, o el jardín zen, que combina un maki de trucha, New York Roll y niguiri de lenguado con teriyake.
Cerca del centro, dos clásicos que siguen firmes en la movida gastronómica de la villa son Tinto Bistró, de Leo Andrés y Martín Zorreguieta, y Macarena, donde se degusta una cocina fusión con productos patagónicos. Los sabores de la cocina suizo-alemana los encontrarán en Waldhaus, en Puerto Manzano, otro de los restaurantes elegidos de La Angostura.
Datos útiles
Cómo llegar
- A Bariloche, desde Buenos Aires, cuesta por LAN unos 366 pesos.
Dormir y comer
- Correntoso Lake & Rive: www.correntoso.com
- Las Balsas: www.lasbalsas.com
- La Escondida: www.hosterialaescondida.com.ar
- Waldhaus, R. 231, km 56
- Pto. Manzano T. Bistró, N. Huapi 34
- Macarena, C. Bayo 65
Por Marta Salinas
Para LA NACION
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