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La ciudad que no se resiste a las esculturas

La capital del Chaco tiene una de las movidas culturales más ricas del país, aunque poco se sabe de ella




Hay que situarse en el lugar y la época: Resistencia, 1961. El desnudo en bronce del artista Nicolás de San Luis, que por entonces fue emplazado en el centro de la capital chaqueña, solía amanecer cubierto con ropa, desde túnicas y vestidos hasta guardapolvos y ¡corpiños!
Aquel escándalo pasó a ser hoy una simpática anécdota en una ciudad que, aunque pocos lo saben, es conocida como Ciudad de las Esculturas.
Resulta al menos curioso que la capital de una de las provincias más relegadas y necesitadas del país (que cuando aparece en las noticias, además, suele ser por algo negativo: un partido de fútbol que no se jugó, la pesificación de bonos emitidos en dólares, un asesinato...) tenga una movida cultural tan rica y tan pero tan querida por su gente.
Otro dato llamativo es que el "plan de embellecimiento de Resistencia", como lo llamó su artífice, Aldo Boglietti, lleve más de 50 años de silenciosa e ininterrumpida labor. Y eso que en ese transcurso, la ciudad pasó por los mismos vaivenes que el resto del país, con saqueos, hiperinflación, default, cacerolazos, etcétera, pero jamás se dañó ni una sola de las 554 esculturas que son patrimonio y orgullo de Resistencia. En todo caso, los vecinos las tapaban con sábanas y banderas para evitar que se destruyeran.
Para quienes nunca escucharon hablar de él, Boglietti fue un rosarino visionario y genial, además de tipo generoso y auténtico mecenas. En 1937 -con 29 años- se mudó a Resistencia donde, casi sin proponérselo, crearía una verdadera revolución cultural. De hecho, su casa pronto se convirtió en punto de encuentro de artistas, intelectuales, músicos y amigos en general, por lo que fue bautizada como El Fogón de los Arrieros (fogón por la calidez del lugar, arrieros en referencia a los artistas que venían, paraban aquí y seguían su viaje, como el arriero con sus animales).
El gran salto vino en 1955, cuando Boglietti mudó casa y fogón a su actual sede, una construcción futurista y de vanguardia (¡otra conmoción en Resistencia!). Por esta casa cilíndrica (su arquitecto, Humberto Mascheroni, se inspiró para su diseño en un plato volador) pasarían desde Marcel Marceau hasta Borges, Quinquela Martín, Páez Vilaró, Ernesto Sábato, Romero Brest, Favaloro, Soldi o Pérez Celis, entre una larga, larguísima, lista de nombres ilustres.
De Rita Hayworth a Monzón
Así es como el lugar es y a la vez no es un museo: tiene obras de artistas del calibre de De Navazio, Pettorutti, Castagnino o Spilimbergo, pero todas conviven en un alegre desorden junto a curiosidades como un botón del corpiño de Rita Hayworth, una armadura de samurái, un colmillo de elefante, una remera firmada por Maradona, los guantes que alguna vez usó Monzón, una hélice de un avión que voló Jean Mermoz, una bolsa de promesas (con frases de despedida de muchos visitantes), una colección de tacitas, una taza para británicos bigotudos, un surtidor de YPF, un cementerio propio (Salsipuedes) o un chaleco de un recluso del penal de Ushuaia (donado por Roberto Pettinato padre, último director del presidio).
"Aquí, por ejemplo, se conocieron mis padres", se entusiasma Marcelo Gustín, vicepresidente de lo que hoy es la fundación (además de patrimonio provincial y municipal). Y exhibe las fotos en blanco y negro del público en pleno baile, las mujeres de largo, los hombres de traje, en alguna première de gala organizada por El Fogón.
Fabriciano regala una de sus obras a la ciudad, en 2007

Fabriciano regala una de sus obras a la ciudad, en 2007

Algo de eso todavía persiste en la actualidad, ya que en la casa de Brown 350 las funciones culturales están a la orden del día, con ciclos de ópera los domingos, cine-debate los viernes, o jueves de tango, entre otras actividades fogoneras.
Pero uno de los hitos de El Fogón fue llenar a Resistencia de verde y de flores, de murales y esculturas, buscando convertir a la ciudad en un museo a cielo abierto y, más importante, que el arte fuera accesible a todos.
Así, cuando un vecino ponía flores o pintaba el frente de su casa, ahí venía Boglietti y le regalaba una escultura para emplazar en la vereda del señor o la señora (eso sí: si se mudaban no podían llevarse consigo la obra). Este hombre que más de una vez fue tildado de loco murió en 1979, pero la Fundación Urunday tomó la posta de seguir plantando esculturas en la ciudad.
"El Fogón es nuestro mojón cultural, es cierto, pero la Fundación Urunday representa otra etapa", explica Fabriciano Gómez, artista consagrado y presidente de la fundación que hace honor al árbol del Chaco.
Enamorado de su ciudad, Fabriciano le regaló más de 40 de sus mejores obras (entre ellas, las monumentales esculturas de mármol que decoran la fachada de la catedral) y también su casa, algún día, será la Casa Museo Fabriciano.
¿Pero cuántos saben que, cada dos años, Resistencia es sede de una Bienal de Escultura que convoca a 12 reconocidos escultores de todo el mundo? ¿Que durante una semana, estos artistas esculpen sus obras al aire libre y ante más de 150 mil espectadores? ¿Que el destino de estos trabajos será las calles, avenidas y paseos de la capital chaqueña?
Noche de tango en El Fogón de los Arrieros

Noche de tango en El Fogón de los Arrieros

La fundación nació justamente para dar estructura a los concursos que vienen celebrándose hace nada menos que 24 años (arrancaron en 1988; la próxima bienal será en julio próximo).
No sólo eso: tal fue el éxito de estas convocatorias que hubo que dejar la plaza 25 de Mayo, antigua sede de las bienales, para mudarse al espacio verde de 8 manzanas que hoy ocupa el llamado Museum (Museo de Esculturas Urbanas del Mundo).
"Al principio fue un escándalo, las radios decían que no iba a venir nadie porque estábamos muy lejos, a... ¡14 cuadras del centro! Y al final duplicamos la cantidad de gente", ríe este chaqueño sencillo que prefiere que lo llamen Fabriciano, a secas, y que ganó todos los premios habidos y por haber (incluso la medalla de oro en las Olimpíadas de Arte de Lillehammer, Noruega, por su escultura en... nieve).
"Siempre fue así acá. Cuando pasamos de esculpir en madera a hacerlo en mármol, por ejemplo, nos tildaron de traidores, y ahora están todos encantados. Pero ver los cambios en esta provincia, que tiene sólo 66 años y está todo por hacerse, es un privilegio", reflexiona.
Después, Fabriciano tendrá que irse. Siempre habrá trabajo por hacer en la ciudad: retar a los trabajadores que no usan protectores de oídos, supervisar las nuevas esculturas que florecen entre lapachos y palmeras, restaurar las obras existentes y, en fin, todo lo que sea necesario para hacer de Resistencia la ciudad más bella del mundo, como alguna vez soñaron un par de locos.

DATOS UTILES

Cómo llegar
  • Aerolíneas Argentinas vuela todos los días sin escalas, por $ 2266
Dónde dormir
  • Hotel Casino Amerian. El único 5 estrellas de Resistencia, con habitaciones desde $ 435 en base doble, con desayuno incluido. 0362 445 2400; recepcion@hotelcasinogala.com.ar
El Fogón de los Arrieros
  • Desde su nacimiento y hasta 1955, El Fogón permaneció sin llave y abierto día y noche. A pesar del cartelito de la entrada, Detén pasajero tu camino, abre la puerta sin llamar y pasa (mezclado entre otros del tipo Prohibida la entrada con ruleros o Prohibido entrar cazadores), la invitación sólo es válida después de las 21. Brown 350.
Museos
  • Museo de Ciencias Naturales Augusto Schulz: funciona en una estación francesa de tren de 1907 (el edificio es monumento histórico nacional), donde se aprende sobre la flora y fauna de la región. Una de las estrellas es el fósil de un gliptodonte, aunque también se descubre, por ejemplo, que los primeros caballos que habitaron la Tierra medían sólo 30 cm y tenían dedos.
  • Museo del Hombre Chaqueño: fundado por el folklorista e historiador Ertivio Acosta, cuenta con fotos, documentos y objetos que dan cuenta de las civilizaciones qom, wichí y mocoví, la primera inmigración italiana de 1878 (cuando llegaron 67 familias al Chaco), o con la provincialización en 1951.

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por Redacción OHLALÁ!


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