Desde su apertura en 1993, el Museo de la Conspiración se convirtió en un atractivo turístico más de cualquier city tour por Dallas, Texas. Al menos para los seguidores de las teorías conspirativas. En principio, por su exhibición permanente dedicada a las teorías alternativas acerca del asesinato del presidente John F. Kennedy. Segundo, por su ubicación estratégica a sólo dos cuadras de donde ocurrió justamente aquel letal atentado.
Ahora, esta creación de Tom Bowden, investigador de este siempre controvertido crimen, gana terreno: de su actual locación, que recibe mil visitantes por mes, a fin de año se mudará a un nuevo predio, todavía más cerca del lugar de los hechos, y con el doble de superficie para sus documentos, gráficos y explicaciones varias.