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La feria del tapeo

En el centro de Madrid, el antiguo Mercado de San Miguel fue totalmente refaccionado y reabierto como lugar de peregrinación para sibaritas




MADRID.- En medio del Madrid de los Austrias, uno de los barrios más pintorescos y antiguos de la capital española, se erige una modernista estructura de hierro y cristal que vale la pena conocer: el Mercado de San Miguel, reabierto como templo gourmet.
A mitad de camino entre la Plaza Mayor y el Teatro Real -la Opera madrileña-, el mercado se reabrió en mayo del pasado año tras 19 meses cerrado por obras de remodelación. Hasta su refacción, fue el lugar donde la gente del barrio hacía la compra del día. Hoy, pocos pueden darse el lujo de consumir a diario en cualquiera de sus 33 coquetísimos puestos, que ofrecen a la clientela, mucha de ella extranjera, productos tan refinados como caros.
Entre la mercadería más selecta se destacan las ostras, los quesos franceses o los jamones de pata negra. Pero también es posible encontrar lo básico de la canasta, como pescados, carnes, verduras, frutas o lácteos, todo de gran calidad, pero a precios que no muchos bolsillos pueden permitirse.

Ver Mercado de San Miguel, Madrid en un mapa más grande
El edificio, uno de los pocos ejemplos de arquitectura modernista que quedan en la ciudad, fue construido entre 1913 y 1916 por el arquitecto Alfonso Dubé y Díez en la plaza donde tradicionalmente se vendían comestibles al aire libre. Las columnas de hierro y los paneles de cristal lo decoran por fuera, las lámparas de estilo fernandino (llamadas así por Fernando VII, que reinó España en la primera mitad del siglo XIX) y la marquetería de roble lo engalanan por dentro.
Además, el mercado conquista por la prolijidad de los puestos: todo está tan bien dispuesto que es difícil no caer en la tentación de abrir la billetera. Una de las atracciones del lugar es que el aclamado arte del tapeo puede practicarse in situ en cualquiera de las barras de las cervecerías, que expenden sin descanso tapas y pinchos suculentos. Todo acompañado por un vermut, unas cervezas -o cañas, como se le llama aquí a la cerveza tirada- o unas copitas de vino tinto.

Roscones y mazapanes

"¡Un chocolate caliente!", le pide un cliente a la empleada del Horno San Onofre, empresa de repostería española creada en los años setenta y que cuenta con un puesto en el mercado. Margarita -así se llama la vendedora- se apresta a responder al pedido del señor mientras comenta, con un leve acento latinoamericano, que españoles y turistas visitan el mercado por igual y que esta Navidad las ventas fueron más flojas a causa de la crisis económica. "Ahora la gente espera que le devuelvas los cinco céntimos del cambio, aunque también hay quienes gastan 100 euros en bombones", cuenta con asombro.
El mostrador aún contiene restos de los típicos dulces navideños: mazapanes, roscones de Reyes y roscos de vino, pequeñas rosquillas hechas con vino blanco. A unos pasos de allí se encuentra V, pastelería austríaca donde es posible tomar un vaso de vino caliente o llevar un lomo de ciervo, un budín de chocolate con nueces decorado con trozos de chocolate blanco que imitan el pelo del animal. Aquí todo es austríaco, "hasta el jefe", precisa la empleada.
Si se sigue el recorrido, uno se topa con las ostras de Daniel Sorlut (1,20 euros la pieza); las conservas de La Casa del Bacalao (el kilo de lomo se vende a unos 22 euros), o los raviolis de trufa de Il Pastaio (a 12 euros el kilo). Luego están los quesos camembert, los manchegos y los pecorinos trufados de La Fromagerie; los fiambres de Mas Gourmets, y la amplísima variedad de encurtidos -frutos o legumbres conservados en vinagre- de Yantar. El mercado también tiene una librería gastronómica, una florería y un puesto donde se puede comprar utensilios de cocina.
Antes de las obras, el mercado mostraba signos de decadencia, los puestos cerraban uno tras otro y el aspecto del edificio era penoso. Incapaz de competir con los supermercados, el mercado de San Miguel enfrentaba un final trágico. Hasta que un grupo de empresarios compró los puestos y se hizo cargo de la remodelación.
Hoy, ha vuelto a la vida no sólo durante el día, sino también por la noche. Sus bodegas y cervecerías abren hasta las 2 de la mañana de jueves a domingo, de modo que muchos se acercan a ellas para tomar la última copita. Incluso en días laborables es difícil conseguir lugar para sentarse. Y es que a los españoles no los acobarda ni la crisis ni el desempleo, y siempre encuentran tiempo para reunirse con los amigos en torno a unas cañas y unos pinchos de tortilla, gourmet o no.
Paloma Gil Estrada
Para LA NACION

Más puestos municipales

En Madrid, hay otros mercados municipales que aún conservan un espíritu tradicional. La Cebada es el más antiguo. Lo inauguró el rey Alfonso XII en 1875. Ubicado en el céntrico barrio de La Latina, ha sido demolido en parte con miras a su reconstrucción. Plaza de la Cebada 15.
El Mercado de Maravillas es el del barrio de mayor superficie de Europa, con casi 9000 metros cuadrados. En el municipio de Tetuán, donde en los años recientes se han instalado muchos latinoamericanos; en sus puestos abundan los productos llegados de Ecuador, Perú o Colombia. Calle Bravo Murillo 122.
El Mercado de La Paz está en pleno barrio de Salamanca, uno de los más selectos de Madrid. La calidad de los artículos es exquisita, lo mismo que el servicio. Calle Ayala 28.

Datos útiles

  • El Mercado de San Miguel está situado justamente en la plaza de San Miguel, junto a la Plaza Mayor, en el centro de Madrid. Las estaciones de metro más cercanas son Sol y Opera.
  • Está abierto de lunes a domingo, de 10 a 22 (de domingo a miércoles) y hasta las 2 (jueves, viernes y sábado).
  • www.mercadodesanmiguel.es

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por Redacción OHLALÁ!

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