"¿Venís el jueves a la librería?", me preguntó la maestra de hija. "Eeee...", dudé, sí, no entendía a qué se estaba refiriendo en un primer momento, hasta que vencí el blanco y recordé que hace un tiempo venían anunciando la próxima visita guiada... a una librería del barrio.
"Sí, sí, voy, los acompaño", le respondí. Me dije: ¿Cómo voy a negarme a perder ese tiempo, visitar una librería con mi hija mayor y sus compañeros?
No voy a definirme "amante de las librerías", lo siento exagerado, pero créanme que es un ámbito que desde pequeña me atrae y cobija.
Siendo adolescente y estudiante, cuando mis responsabilidades eran casi en exclusivo intelectuales, podía pasarme qué sé yo... hora y pico leyendo esto, aquello, hojeando un libro, otro y así... Y si la librería, además, contaba con su propio cafecito, podía instalarme toda una tarde.
No sé si soy una buena lectora (más bien diría que soy una lectora lenta y perezosa) pero sí soy curiosa. Si un libro por H o por B me llama, me seduce desde su tapa... necesito interiorizarme en él, entender de qué se trata, de alguna forma. Hacer un diagnóstico intuitivo, aproximado de la totalidad del mismo. Son pocas las veces que, sin pasar por esta instancia, decido una compra.
A veces, incluso, cuando ando corta de efectivo, me basta con hurgar un rato, y ya. Me doy un trago de lecturas azarosas, de libros que jamás me compraría... y sigo de largo.
Otra: los libreros amigos. Ya casi no tengo. De joven no sólo tenía más tiempo, sino que además estaba más en la salsa de la intelectualidad, hurgaba clásicos, autores de prestigio... pedía consejos y les daba crédito.
Hoy no. Hoy todo lo miro. Me dejo llevar por el impulso... no voy a decirles que me quité los prejuicios, pero ya no actúo en función de ellos. Hurgo sin brújula y me detengo cuando mi cuerpo da señales de placer o alivio... a partir de un título, de sus imágenes, de su inicio.
Ya lo dije, me gustan los libros honestos, profundos, sin ornamento, sin "cosmética de palabras", como dijera Abraham hace un par de semanas.
Pero ya estoy yéndome de tema, y además tengo que agilizar la mañana porque de tarde tengo visita guiada... y no sólo eso, ahora que recuerdo, por la noche estoy invitada a la presentación de un libro del seminario de Filosofía... en la Feria del libro (vamos a ver si me decido).
¿Cómo se llevan ustedes con las librerías? ¿Cómo viven y vivieron ese ámbito?
PD: Hoy me hago un hueco para imprimir la planilla : Agradecería a todos los que adhieran al proyecto de ley por una licencia por m(p)aternidad extendida, que lo sigan difundiendo.
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